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Mi primer óleo. Monet

Nacido en París en 1840, en torno a sus 15 años comienza a mostrar sus dotes en el dibujo a través de sus caricaturas. Las personalidades de mitad de siglo XIX eran su blanco.

Jules Didier, el hombre mariposa, 1860. The Art Institute of Chicago

A los 19 años se enfoca más en la pintura y comienza a trabajar en la Académie de Suisse, donde conoció a Pisarro. Sin embargo, digamos que a quien Monet le debe ser pintor es a Boudin, con quien comprendió la naturaleza con la novedosa, por aquel entonces, pintura al aire libre.

El tema tiene para mí una importancia secundaria;
quiero representar lo que vive entre el objeto y yo.

Claude Monet

Tras un corto servicio militar en Argelia, entra en el estudio de Gleyre, donde conoce a Renoir, Sisley o Bazille. Quién los imaginaría a los cuatro, poco después, poniéndose de acuerdo para abandonar el estudio todos juntos. Lo que querían era pintar al aire libre y empiezan a hacerlo en el bosque de Fontainebleau.

Tiene dos hijos con Camille Doncieux, a quien dibuja en La dama del vestido verde y obtiene una buena crítica. Se dice que tarda cuatro días en llevar a cabo este cuadro, pues él el que quería presentar en uno de los salones era Desayuno sobre la hierba. Pero como no le daba tiempo, lo aparca y crea la genialidad de las sedas que apreciamos en el cuadro de Camille.

Camille o La dama del vestido verde

El desayuno sobre la hierba que tenemos a la izquierda es el de Manet y Monet lo quiere superar haciéndolo de grandes dimensiones con figuras humanas a tamaño real, en las que posaron Camille y su amigo Bazille. Además, Monet se toma muy en serio todas las críticas que le hicieron a Manet y quiere que su desayuno sea impecable mostrando a gente bien de París, ataviados a la moda y con comida muy rica. La crítica había fulminado a Manet al representar dos mujeres desnudas porque sí, sin ninguna excusa de alegoría mitológica y, para colmo, una de ellas mirando fijamente al espectador de manera seductora.

Una curiosidad que encontramos en sus primeros años es que Monet, junto a Caillebotte, fundan la Societé Anonyme Coopérative d’Artistes, Peintres, Sculpteurs, Graveurs, etc a la que pertenecerán muchos de los artistas impresionistas. Sin embargo, no es una sociedad duradera, pues la acaban extinguiendo alrededor de un año después.

Louis Leroy fulmina a esos primeros impresionistas al decir que sus cuadros están inacabados y que sólo pintan impresiones. De hecho, es curioso que el nombre de esta corriente artística, Impresionismo, nazca de una crítica despectiva basada en un juego de palabras de Louis Leroy ante el cuadro de Monet Impresión, sol naciendo.

Impresión, sol naciendo de Monet

No sólo Louis Leroy y su infravaloración de este nuevo arte tienen repercusión en el mundillo impresionista, sino que, en contraposición, encontramos a Durand-Ruel. Es el marchante de arte más influyente del círculo impresionista y a Monet siempre lo ayudó encargándole obras y respaldando sus viajes de trabajo.

Durand-Ruel, mecenas de los impresionistas

Es Durand-Ruel quien expone la serie de 30 cuadros de La Catedral de Rouen. Parte de esta serie tuve ocasión de tenerla delante en el Musée d’Orsay y de verdad que es una maravilla. Plasma luces que sólo duraban unos minutos al día y le costó el alquiler de una habitación que daba a la fachada oeste de la catedral. Sin embargo, todos los cuadros no están tomados desde la misma perspectiva porque tuvo que acabar cambiándose de habitación al no poder pagar el alquiler.

También tuve ocasión de conocer sus famosos Nenúfares en el Musée de l’Orangerie. Están inspirados en el jardín acuático de Giverny, donde vivió Monet con su familia. Tras la Primera Guerra Mundial, el pintor dona ocho de sus Nenúfares al estado francés, pero se acaba arrepintiendo de la donación porque pasa por muy malos momentos al sufrir cataratas que le quitan la visión.

Me parece alucinante que en los años 20 del siglo pasado ya se efectuaran operaciones de cataratas, de hecho, Monet tuvo que exponerse a dos de ellas para recuperar la vista. Con todo, la depresión ya se había instalado en él y con desgana y desolación trabaja sus últimos años en la decoración de los Nenúfares.

La sala donde se exponen estas obras de dimensiones gigantescas es llamada por André Masson la Capilla Sixtina del Impresionismo. Y yo no puedo estar más de acuerdo con él.

Como se puede ir viendo en las fotos que no están tomadas de San Google, he aprovechado y he ido rescatando las fotos que hice en su día a la obra de Monet cuando estuve en París y, finalmente, os quiero dejar el posado al aire libre de la hijastra de Monet, Suzanne Hoschedé, llamado Mujer con sombrilla mirando a la izquierda o Estudio de figura al aire libre, hacia la izquierda. Me encantó encontrar la foto en la que salgo yo con estas dos obras y que cinco años después iba a descubrir la técnica del óleo con ellas.

Os dejo una pregunta para cerrar la lectura.
¿Cuál es de Monet y cuál es el que hice yo? Ja, ja, ja.

Gracias, Pablo, por creer en mí y hacérmelo saber.

Las 9 fotos más votadas del 2018

Con la última página del calendario en mano decimos adiós al 2018 y damos la bienvenida al 2019.

Para dejar atrás con un buen sabor de boca un año lleno de historias vividas, os dejo el top 9 de fotos con más likes en mi Instagram (@oviversai)

Espero que lo disfrutéis.

9: La Fontaine de Médicis. Jardines de Luxemburgo (111 likes)

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8: Catedral de Notre Dame de París (111 likes)

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7: La Maison Rose. Barrio de Montmatre (114 likes)

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6: Puesta de sol sobre el río Sena (116 likes)

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5: La Quai de Valmy. París (117 likes)

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4: Puesta de sol en Notre Dame (124 likes)

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3: Rue de la Colombe y su resto (133 likes)

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2: Rosas en la Catedral de Notre Dame de París (133 likes)

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1: Cripta arqueológica de Notre Dame de París (133 likes)

 

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La maldición del herrero de Notre Dame

Tanto si habéis estado en Notre Dame como si no, estoy segura de que os hacéis a la idea de la envergadura que han de tener las puertas de una catedral. ¡Son inmensas!

Pues existe una pequeña historia sobre la elaboración de las puertas de esta catedral europea: Nuestra Señora de París.

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Un aprendiz de herrero es el encargado de forjar las cerraduras, bornes, bisagras y el entramado decorativo de las entradas al templo.

El aprendiz tenía por nombre Biscornet y su trabajo era muy concienzudo, de hecho, ni hoy en día se sabe cómo pudo haber tallado tales maravillas.

La leyenda cuenta que un día se ve desbordado por el trabajo e invoca al demonio para que lo ayude. Casualmente, al día siguiente todo estaba terminado…

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Biscornet jamás desveló el secreto de su trabajo y todo el mundo quedaba, y queda, anonadado ante su obra.

No tenemos que olvidarnos del demonio. Pues se dice que el trato consistía en quedarse con su alma y, mientras, el demonio no paraba de torturarlo con pesadillas hasta que un día, el recién ascendido a maestro herrero, aparece muerto a las puertas de la catedral.

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Tanto si es obra de Biscornet como del diablo a través de su figura, estas puertas son toda una maravilla.

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La primera catedral de París

Como todos sabemos, hasta el siglo I de nuestra era no comienza a expandirse la religión cristiana.

El antiguo París, es decir, Lutecia, se presenta como ciudad relevante alrededor del siglo III d. C.

Es en este momento en el que un obispo italiano muy creyente, Dionisio, se decide a viajar a tierras de la Galia para convertir a los galos.

Pero no todo fue tan fácil, los cristianos no estaban bien vistos y eran perseguidos, apaleados, torturados…

Así que el obispo Dionisio, más conocido actualmente Saint Denis, se aleja un poquito del núcleo de población parisino por si las moscas y comienza a predicar en secreto la palabra de dios.

Toma una cantera abandonada para su misión y los cristianos se reúnen a escondidas y secretamente bajo tierra. Podemos decir que aquí tenemos una de las primeras iglesias del cristianismo.

Para San Denis las cosas no fueron muy agradables que digamos. Al no respetar la Ley de Roma y al dar la espalda a los dioses paganos (o simplemente romanos) fue condenado a muerte.

Le cortan la cabeza en el Monte de los Mártires, es decir, en el actual Montmartre.

Saint Denis toma la cabeza bajo el brazo y comienza a caminar hasta fundirse en el suelo, no sin antes haber parado para lavar su cabeza en una fuente.

El lugar donde se acabaron sus pasos fue donde se erigió la grandiosa Catedral de Saint Denis o la primera catedral de París.

Posteriormente, concretamente en el siglo XIII, se convierte en el «Cementerio de los reyes», puesto que es en esta catedral donde se agruparon casi todos los monarcas y grandes personajes del poder real.

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Sobre cómo (casi) nos colamos en la París Fashion Week

Viene siendo habitual por estas fechas que se reúnan los grandes profesionales de la moda en la tan sonada París Fashion Week.

La capital francesa acoge durante unos días a grandes personalidades del diseño, de la pasarela o de la fotografía, entre otros, con el fin de mostrar al mundo sus trabajos para la próxima temporada.

El año pasado (2017) coincidimos de lleno en esta semana de la moda.

Inocentemente, nosotros íbamos a visitar el Museo Rodin, pero de la que tirábamos para allá… Ya nos empezaba a oler todo un poco raro.

Primero vimos a una señora rodeada de un montón de fotógrafos y comentamos lo que había que comentar:

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Si alguien reconoce a la señora, nos lo puede contar =)

 

– ¿Pero esa qué hace?
– Pero vaya flipada que es.
– ¡Pero mira qué posturas hace!
– Parece tonta con el plan que lleva.

Y demás frases por el estilo.

 

 

 

Seguimos avanzando y el tumulto cada vez era mayor. Marabunta de gente, muchas cámaras, gente vestida muy raro, mucha policía y muchos coches negros brillantes.

A pesar de todas esas señales indicando que aquel NO era nuestro sitio, seguimos avanzando contra viento y marea, atravesando valles y montañas.

Mucho rajamos de un chino (porque de toda la vida cualquier asiático que topes es chino) que llevaba unas botas horribles saliendo por la ventanilla de uno de esos coches negros brillantes. No parábamos de auto-preguntarnos qué coño hacía con su vida.

Una vez llegamos al epicentro del meollo, no podía oler más a chamusquina. Tías altísimas vestidas de manera super [inserte la palabra que quiera], caminando por un mini pasillo de fotógrafos que no paraban de llamarlas para hacerles fotos.

Entre esos fotógrafos había algún que otro pobre infeliz que regalaba revistas de moda. Suponemos que eran sus revistas y que querían que cayeran en buenas manos para tener un empujón en esto de la moda.

He de decir que entre esos pobres infelices había unos con más ojo que otros. Y digo esto porque no todos nos daban revista. Debíamos destilar un tufillo a clase no chic.

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Las famosas revistas. Fashion News y Stylist

Finalmente llegamos a una fila única delante del Museo Rodin en cuyo comienzo se encontraba un segurata preguntando los datos de hospedaje de las diferentes personalidades de la moda.

Pininos de nosotros, llegamos a ese comienzo de la fila, y preguntamos si el museo estaba abierto… Resumen: nos echaron de allí con aguas destempladas.

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Jardines del Museo Rodin en otoño.

¡Ahora caemos!

  • Hemos pasado numerosos controles y cordones policiales sin inmutarnos.
  • Hemos salido en mogollón de fotos y vídeos de algún que otro fotógrafo o periodista de renombre.
  • Hemos caminado al lado de grandes de la pasarela sin saberlo.
  • Hemos pasado ante infelices que pensaban que los íbamos a aupar en su camino profesional.
  • Y hemos llegado a las puertas de las habitaciones de gente con mogollón de escolta sin hacer absolutamente nada. O más bien sin querer desistir en querer ver la obra de Rodin.

Fotos de una exposición de moda hechas en el Museo de las Artes Decorativas de París.

Hasta aquí nuestra particular Fashion Week.

¿Quién nos iba a decir que casi nos codeamos con Chanel, Dior, YSL, Louis Vuitton, Lanvin o Stella McCartney? Ja, ja, ja, ja.

Y vosotros, ¿alguna vez os colasteis en algún sitio? ¿Os acabaron echando? ¿Cómo fue?

La puerta del Infierno

La porte de l’Enfer. Con este nombre tan dramático comenzamos la entrada de hoy. Pero no creáis que es de mi invención, pues es el nombre con que titula el gran artista August Rodin su mayor logro escultórico.

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Durante más de 30 años estuvo el hombre trabajando en estas puertas para que hoy en día digamos Rodin y sólo nos acordemos de su célebre Pensador.

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Pues tampoco vamos tan desencaminados, ya que el famoso Pensador fue extraído y reproducido de una de las esculturas de esta puerta. (Ahí está bien rodeado en rojo.)

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No sé a vosotros, pero a mí esto de la Puerta del Infierno me recuerda a la Divina Comedia de Dante. ¿A vosotros no? Pues ahora veréis.

En el s. XIX le encargaron a Rodin una puerta de entrada para el Museo de las Artes Decorativas. Al hombre le viene la inspiración y dice (más menos que más) ale, voy a responder al colega italiano Lorenzo Ghiberti. Él hizo la Puerta del Paraíso para el Baptisterio de Florencia plasmando diferentes escenas de la Divina Comedia. Pues yo voy a responder con una descomunal Puerta del Infierno.

Las puertas en bronce y al propio Pensador los podemos contemplar en el Museo Rodin de París. En cambio, el yeso de esta gran obra está en el Museo d’Orsay de París, al final del todo de la planta baja.

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Yeso de las Puertas del Infierno de Rodin en el Museo d’Orsay

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Musée Rodin de Paris

El Metro’politain’ de París (parte 1)

¿Quién no ha pisado París y se ha hecho la típica foto de recuerdo en una de las bocas de metro parisinas?

Estoy segura de que el 100% de las respuestas es positivo.

Está muy bien eso de sacarnos la fotita, pero ¿qué se esconde detrás de los famosos letreros del metro parisino?

¡Pues nos vamos a la historia a ver qué nos dice!

Allá a finales del siglo XIX, La Compagnie du chemin de fer métropolitain de Paris (vamos, lo que viene a ser la Renfe o Adif en España) programa un concurso para edificar sus entradas de metro.

Numerosos son los candidatos que presentan sus ideas; pero ninguno fue elegido. Digamos que el concurso quedó desierto.

El propio presidente de la compañía francesa de «Renfe» propone un candidato (¿entonces para qué tanto revuelo con el concurso si al final el señor hizo lo que le vino en gana? Claro, como era el presi…).

¿Os hacéis una idea de quién fue el elegido? Hector Guimard: arquitecto y mayor exponente del Art Nouveau.

Su arte supuso una gran novedad para las clases medias y bajas. Pues hasta entonces, el Art Nouveau lo conocían las clases altas, sin embargo, el metro es para todos y sus bocas de acceso también. Esos rasgos vegetales de la estructura metálica recuerdan a las plantas meciéndose en el viento, y ello nos puede cuadrar perfectamente como una alegoría al movimiento del metro.

A pesar de que no lo creáis, con la llegada del Art Deco dejaron de estar de moda estos famosos letreros de Guimard y destruyeron unos cuantos para dejar sitio a los nuevos diseños.

Afortunadamente, para nosotros y nuestras típicas fotos de turista, en la década de los 60 del siglo XX, se decide protegerlos, quedando los que podemos ver hoy en día: unos 86 cartelitos Art Nouveau.

Os dejo unas cuantas fotos para que veáis el estilo Art Nouveau del metro parisino. O mejor dicho, Metropolitain.

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cartel amarillo guimard

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Nos aparece un competidor. Pues el monopolio del metro parisino no lo tenía la «Renfe» de la que hablamos antes, sino que tenemos otra empresa relacionada con este transporte: Société du chemin de fer électrique souterrain Nord-Sud de Paris. A la cual podemos llamar Nord-Sud o nuestra Feve. Sobre los años 30 la acabará absorbiendo la «Renfe»

Esta empresa diseña un tipo de entrada para las líneas que tenía asignadas. Señalan dónde se sitúa la boca de metro e iluminan el lugar. Estos nuevos carteles se caracterizan por el color rojo del letrero y las letras blancas de la palabra Métropolitain.

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Ahora vamos a irnos a principios del siglo XX, sobre la década de los años 20. Por aquellos tiempos lo que se buscaba era señalar e iluminar los accesos al metro más claramente. De esta forma surge el Candelabro de Val d’Osne.

La diferencia con nuestro anterior cartel es que ya no encontramos la larga palabra Métropolitain, sino que comienza a dejarse ver el famoso Metro.

Ese nombre de Val d’Osne se debe a su fundición (del hierro) en el valle del mismo nombre.

Lo que tiene de particular este ornamento del Metro es que casi todos han desaparecido a día de hoy.

Son más comunes los candelabros Dervaux, cuya única diferencia con el de Val d’Osne es que la decoración que rodea el letrero es mucho más simple. Esta evolución más simplificada y minimalista se presenta a partir de la mitad de la década de los 20.

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Como dato curioso (una pena que no tenga ninguna foto) es que encontramos conviviendo juntos los dos estilos en varias bocas de metro, el Art Nouveau junto al Art Deco.

25 imprescindibles en París

Hoy me apetecía hacer una entrada especial en el blog. Es mi cumpleaños y, por ello, quiero autorregalarme una entrada con 25 cosas que me hacen feliz cuando voy a París.

El tiempo vuela y en nada ya tendré que volver a mi Tierrina, pero además de volver con un año más, también voy a volver con todo un bagaje de experiencias vividas en tierra gala que ya muchos quisieran.

He intentado vivir cada momento de este año en el extranjero con la mejor de las sonrisas.

También creo haber sacado el mejor provecho de cada momento de bajona (que gracias a dios han sido muy pocos)

Y todos los días estoy intentando empaparme al máximo de todas las historias posibles relacionadas con los lugares que visito en mis escapadas a París, que es de lo que más me gusta de mi estancia en Francia.

Antes de venir a la Galia hice una lista con las cosas que me gustaría hacer o visitar y, afortunadamente, ya he ido cumpliendo muchas de ellas.

Por todo ello quiero escribir esta entrada, porque estoy siendo feliz realizando mi sueño de vivir y trabajar en Francia y porque quiero compartir con vosotros los lugares y las pequeñas tonterías que me han dado un agradable momento de felicidad.

¡Ahí va mi lista! Espero que os guste, siempre podéis añadir algo más en los comentarios. No dudéis en escribirme.

1- Subir las escaleras de Montmartre y picar algo arriba mientras París hace vida.

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Sacré Coeur

2- Perderme por las calles de París e ir conociendo nuevos lugares fascinantes.

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La Défense

3- Conocer los más viejos de París: el árbol más viejo de París, plantado en 1602 al lado de la iglesia de Saint Julien le Pauvre; y la casa más vieja de París, edificada en 1402 sigue en pie en el 51 de la rue Montmorency.

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4- Ver la tele, una serie o escuchar la radio en francés. La tele la verdad que no la veo nada, en todo este año vi Eurovisión y ya. Muy tristes los comentaristas gabachos… Pero series ya he visto la de Métronome (la cual os recomiendo fehacientemente), L’amour à 200 mètres (lo pasé pipa), Ever after high (sé que es infantil pero lo flipé) y Reign (sobre la reina María de Escocia, enganche total). Todas en francés y subtituladas en francés, para ir haciendo oído. Y respecto a la radio, somos fans de La radio sans pub.

5- Ir al mercado. Los viernes toca el de Arpajon y los domingos el marché de Bastille en París, en el boulevard Richard Lenoir. Hay mucha comida típica, fresca y muchos puestos de recuerdos y souvenirs a muy buen precio. Además el ambiente es muy animado.

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Mercado de Arpajon en Navidad

6- Hacer trasbordo en el metro parisino una y otra vez como si nada. Ahora que ya lo veo con un poco más de perspectiva, si hago esto es, o porque la línea esta fatal comunicada con mi destino, o porque me he perdido… Afortunadamente, en todo el año que llevo aquí sólo me he perdido una vez y me confundí otra. Dos en total. Al final resulta muy fácil y cómodo lo del metro.

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7- Tener largas conversaciones con franceses. Al principio acababa con la cabeza como un bombo si escuchaba a los demás hablar más de la cuenta en francés, pero ahora ya estoy acostumbrada y la verdad que no hay problema. Bueno, siempre que el tema a tratar no sea una chapa.

8- Comprar un libro en una librería francesa tipo Gibert Jeune, Shakespeare & Company, una tienda de segunda mano o uno de los puestos que hay a la orilla del Sena (les bouquinistes).

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9- Salir por la noche parisina.

10- Ir a uno y otro museo todo lo que se pueda y más, hasta que se acaben.

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11- Comprar una baguette (decepción total) y comer un croissant (todavía no he dado con uno que esté malo!!!)

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12- Recorrer el Grand Axe (me metí en una tarde La Défense, L’Arc du Triomphe, Concorde y Saint Michel), en ello entran les Champs Elysées.

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13- Subir a la gran noria de París (La Grande Roue).

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14- Morrear en el Muro de los Te quiero, y en lo alto de la Tour Eiffel, y en el Sacré Coeur…

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Mur des Je t’aime

15- Subir a la Torre Eiffel, al Arco del Triunfo, a las Torres de Notre Dame y de Montmartre y ver las grandes panorámicas de París.

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Vistas desde la Tour Eiffel

16- Leer libros en francés. Obviamente ya cumplí con El principito de Saint Exupéry y con Nuestra Señora de París de Victor Hugo, de la cual leí un buen pedazo en Notre Dame (¡¡como tiene que ser!!).

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17- Relajarme a los pies de Notre Dame y ver la cantidad de turistas que no paran de un lado para otro.

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18- Descubrir un lugar mágico, como el Canal de Saint Martin, y ver otra de las muchas caras de París, no la de los turistas, sino otra más tranquila.

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19- Poner un candado del amor en uno de los puentes del Sena, si hay que ser turista se es de verdad de la buena.

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20- Montar en uno de los barcos que recorren el Sena a lo guiri total y ver lo más famoso de París desde una perspectiva diferente.

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21- Saludar desde la orilla a los barcos con turistas (y recibir el saludo, claro).

22- Espatarrarme en cualquier jardín de París y disfrutar del ambiente (Jardins de Luxembourg, Jardin des Tuileries, Champs de Mars, Parc de Buttes Chaumont, Parc Monceau, Parc de Sceaux, Domaine de Chamarande y un largo etcétera).

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23- Asistir a un concierto improvisado en las calles de París (o de mi gato-compi-de-piso).

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24- Comer un crepe, una quiche, una fondue, un coulant, una blanquette, un croissant, una galette, macarrons o lo que sea típico francés.

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25- Compartir toda esta experiencia con un ser querido.

26. Y finalmente añado una 26 porque son los años que cumplo: SER FELIZ VIVIENDO EL PRESENTE.

Espero que os haya gustado. Ya sé que hay mil cosas más por hacer, así que ahora es el turno de que vosotros las compartáis. Os espero en los comentarios.

 

Y tú, ¿en qué idioma dices «te quiero»?

El arte de París habla de amor y no sólo por San Valentín.

Ya llevo casi medio año viviendo al lado de París y en todo este tiempo he podido fotografiar muchísimo arte de la Ciudad de la Luz.

Con motivo de la festividad de los enamorados he querido recopilar todas las fotos en las que he capturado un instante de amor. Instantes de amor en arte que en realidad duran la eternidad.

¿Pero de dónde viene en verdad todo este revuelo de San Valentín?

La fiesta de San Valentín data por primera vez de finales del siglo V. Este santo habitó en la Antigua Roma y se le conoce como un santo mártir, cuyas advocaciones son el amor universal y el afecto.

¿A qué se dedicaba Valentín hace tantos años?

Pues nada más y nada menos que a casar a escondidas a soldados con sus damas en tiempos en que el Cristianismo estaba prohibido.

Los altos cargos se enteraron de que realizaba estos casamientos en secreto y lo mandaron capturar, con tan mala suerte de que no era querido por unos cuantos poderosos y lo mandaron decapitar.

De la que iba a acabar con su condena, entregó un papel a una chica ciega para que lo leyera. Ella quedó muy extrañada porque no podía ver y por lo tanto tampoco leer, pero abrió el papel y vio por primera vez. Leyó «Tu Valentín».

Así que puede interpretarse que nuestro mayor representante del amor también estaba enamorado.

Fue una festividad católica que a mediados del siglo XX fue suprimida, sin embargo, ello no fue ningún impedimento para que se siguiera festejando el amor internacionalmente, olvidando las religiones, culturas, ideologías…

Volviendo a las fotos que os quiero compartir, hay algunas que no logro identificar porque ya se me ha olvidado dónde las hice… Como dice mi madre: «memoria de zanahoria». Pero bueno, ello no quita ningún gramo de belleza a la obra.

Lo mejor lo he dejado para el final, os recomiendo ver todas las fotos.

Rodin esculpe varias escenas apasionadas de amor.

A la izquierda, en bronce, Rodin esculpe El beso, escena que ambienta la entrada del Museo de l’Orangerie.

A la derecha, también en bronce, podemos ver una de estas escenas en el interior de su propio museo, el Museo Rodin, la cual se llama La eterna primavera.

 

 

Y esta maravilla en mármol también está esculpida por el gran Rodin. Representa a Cupido y a Psique fundidos en un eterno beso y abrazo.

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Henri de Toulouse-Lautrec nos pinta una escena cotidiana de cualquier pareja, La cama o Le lit. Yo quiero pensar que son dos novios guareciéndose del invierno en su cama.

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Esta imagen creo que la saqué en el Museo d’Orsay. Sé que es un detalle de un cuadro más grande. Y esta pareja en una esquina me encantó. Parece que se están dando un beso apresurado a la vez que delicado.

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No todo va a ser amor romanticón y empalagoso. También tenemos la amistad y el compañerismo. En el Museo de las Armas saqué está foto a una fotografía que me impactó mucho. Dos soldados llevan en volandas a un tercero. Este último tiene el pie atravesado por una trampa. Es increíble que sus caras no reflejan en ningún momento la gravedad de la situación que están viviendo.

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Ahora quiero aludir al amor por nuestros amigos y fieles compañeros los animales. Aunque he de decir que el ejemplo que he elegido me parece un poco de colgadillo.

Os presento a El Vizir, el caballo de Napoleón. Lo acompañó durante 12 años en sus batallas y acabó muriendo con 33 años. Napoleón ordenó conservar su piel, para ello la envió a Inglaterra, evitando así que los siguientes regímenes se hicieran con ella.

Ambos difuntos se encuentran próximos, pues cerca está la tumba del emperador, en el Dômo de los Inválidos.

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Esta foto la hice en el Museo Picasso y creo que es un boceto de un Picasso. Pero tengo bastantes dudas y no encuentro más información. Me parece una bonita escena, relajada, un canto al amor desde la imagen de la música.

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Encontramos el mito de Edipo en el Museo d’Orsay. Un amor no aceptado socialmente, el deseo del hijo por su progenitor. En este caso lo esculpe Jean Baptiste Hugues y lo llama Oedipe à Colone.

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Sé que no es una foto muy buena, pero me encanta. La saqué en el Louvre y se trata del Sarcófago de Cerveteri. Se trata de dos esposos recostados durante un banquete etrusco. Si os fijáis, sus piernas se acaban fundiendo y confundiendo. Me encanta la sonrisita que tienen dentro de esa estatismo.

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El sueño del Niño Jesús es la última obra relacionada con el amor que os quiero enseñar. El amor de una madre y su hijo. En este caso de la madre de todas las madres. La pintó Sassoferrato en Roma en pleno siglo XVII. Me parece de un delicado y de un enternecedor hermoso.

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Para terminar con esta entrada en la que triunfa el amor, quiero dejaros dos lugares emblemáticos en estos del amor parisino. Por una parte tenemos El muro de los te quiero. Esta obra fue imaginada por Frédéric Baron y por Claire Kito. Al tratarse París de la ciudad del amor, quisieron los dos artistas crear un lugar donde se viera representado todo ese amor que confluye en esta gran ciudad. Para ello escribieron 311 «te quiero» en 250 idiomas. 

Si os fijáis, hay un montón de trocitos rojos esparcidos por la obra. Se trata de un corazón roto que simboliza la fractura de la humanidad. Es decir, haz el amor y no la guerra.

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Y tú, ¿en qué idioma dices «te quiero»?

Y ya para concluir, os dejo un candadito del amor. De esos que encuentras en los lugares más insólitos de las calles parisinas. De esos que intentan atrapar el amor durante unas efímeras vacaciones. De esos que durante un viaje se vuelven un recuerdo especial. De esos que son símbolo de un amor que se dejó caer por la gran ciudad del amor.

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Muchas gracias por llegar hasta aquí. Te deseo mucho amor en este día de San Valentín y en todos los del año.