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Gare du Nord y la Maison Fond

La Estación del Norte de París, Gare du Nord, es la más importante de todo el Hexágono y supone una de las más grandes a nivel mundial gracias a sus más de 200 millones de pasajeros al año. Ante tal dato, es de suponer que preste servicio a todo tipo de líneas, alta velocidad tanto nacional como internacional, media distancia, regional, cercanías y también conecta con el metro y el servicio de autobuses.

Respecto al majestuoso edificio que supone esta transitada estación, es obra del arquitecto Jacques Hittorff. Fue inaugurada en 1846, sin embargo, pronto se quedó pequeña, demoliéndose parte de ella y trasladándose su fachada en 1860 a Lille.

Otra de sus remodelaciones para adecuarla a las nuevas necesidades data de 1865. Además, la adornan 23 estatuas que representan las ciudades a las que llegaban las líneas de tren de esta estación. Rondan los cuatro metros, para que os hagáis una idea de lo grandes que son.

En 1884 ha de volver a reformarse ampliándola con cinco vías más. Con el añadido de que en 1906 se completa con el servicio del metro (líneas 4 y 5). Lo último que vamos a apuntar en este pequeño paso por su cronología es que en 1975 la estación Gare du Nord fue declarada Monumento Histórico de Francia.

Finalmente, el toque cinéfilo lo ponemos con escenas de películas y series que fueron grabadas en este edificio: El caso Bourne, Ocean’s Twelve, Las vacaciones de Mr. Bean o Gossip Girl.

A las afueras de la Gare du Nord, en su parvis, nos damos de bruces con una alegoría del calentamiento global, la Maison Fond del artista argentino Leandro Erlich. Si hacéis un poco de memoria, no es la primera vez que un artista nos presenta un objeto de nuestro día a día «pasando de estado sólido a líquido». Salvador Dalí en 1931 ya nos mostraba unos relojes blandos y deformados en La persistencia de la memoria.

Volvemos al 2015, año en que se inaugura esta curiosa casa delante de la Gare du Nord, la cual, como ya dijimos antes, además de hacernos reflexionar sobre el cambio climático también alberga un juego de palabras con el que se nos sensibiliza sobre el legado que estamos dejando a las generaciones futuras. «Maison fond» suena casi igual que «Mes enfants» (mis hijos).

Como vemos, París está lleno de arte e historia y sus estaciones no iban a escapar de esta carga cultural.

Para Sandra. La gallega con la que tengo pendiente una escapada para llevar siempre en el recuerdo. (Atención. Se hace saber que sólo yo la puedo llamar gallega).

El Metro’politain’ de París (parte 1)

¿Quién no ha pisado París y se ha hecho la típica foto de recuerdo en una de las bocas de metro parisinas?

Estoy segura de que el 100% de las respuestas es positivo.

Está muy bien eso de sacarnos la fotita, pero ¿qué se esconde detrás de los famosos letreros del metro parisino?

¡Pues nos vamos a la historia a ver qué nos dice!

Allá a finales del siglo XIX, La Compagnie du chemin de fer métropolitain de Paris (vamos, lo que viene a ser la Renfe o Adif en España) programa un concurso para edificar sus entradas de metro.

Numerosos son los candidatos que presentan sus ideas; pero ninguno fue elegido. Digamos que el concurso quedó desierto.

El propio presidente de la compañía francesa de «Renfe» propone un candidato (¿entonces para qué tanto revuelo con el concurso si al final el señor hizo lo que le vino en gana? Claro, como era el presi…).

¿Os hacéis una idea de quién fue el elegido? Hector Guimard: arquitecto y mayor exponente del Art Nouveau.

Su arte supuso una gran novedad para las clases medias y bajas. Pues hasta entonces, el Art Nouveau lo conocían las clases altas, sin embargo, el metro es para todos y sus bocas de acceso también. Esos rasgos vegetales de la estructura metálica recuerdan a las plantas meciéndose en el viento, y ello nos puede cuadrar perfectamente como una alegoría al movimiento del metro.

A pesar de que no lo creáis, con la llegada del Art Deco dejaron de estar de moda estos famosos letreros de Guimard y destruyeron unos cuantos para dejar sitio a los nuevos diseños.

Afortunadamente, para nosotros y nuestras típicas fotos de turista, en la década de los 60 del siglo XX, se decide protegerlos, quedando los que podemos ver hoy en día: unos 86 cartelitos Art Nouveau.

Os dejo unas cuantas fotos para que veáis el estilo Art Nouveau del metro parisino. O mejor dicho, Metropolitain.

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Nos aparece un competidor. Pues el monopolio del metro parisino no lo tenía la «Renfe» de la que hablamos antes, sino que tenemos otra empresa relacionada con este transporte: Société du chemin de fer électrique souterrain Nord-Sud de Paris. A la cual podemos llamar Nord-Sud o nuestra Feve. Sobre los años 30 la acabará absorbiendo la «Renfe»

Esta empresa diseña un tipo de entrada para las líneas que tenía asignadas. Señalan dónde se sitúa la boca de metro e iluminan el lugar. Estos nuevos carteles se caracterizan por el color rojo del letrero y las letras blancas de la palabra Métropolitain.

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Ahora vamos a irnos a principios del siglo XX, sobre la década de los años 20. Por aquellos tiempos lo que se buscaba era señalar e iluminar los accesos al metro más claramente. De esta forma surge el Candelabro de Val d’Osne.

La diferencia con nuestro anterior cartel es que ya no encontramos la larga palabra Métropolitain, sino que comienza a dejarse ver el famoso Metro.

Ese nombre de Val d’Osne se debe a su fundición (del hierro) en el valle del mismo nombre.

Lo que tiene de particular este ornamento del Metro es que casi todos han desaparecido a día de hoy.

Son más comunes los candelabros Dervaux, cuya única diferencia con el de Val d’Osne es que la decoración que rodea el letrero es mucho más simple. Esta evolución más simplificada y minimalista se presenta a partir de la mitad de la década de los 20.

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Como dato curioso (una pena que no tenga ninguna foto) es que encontramos conviviendo juntos los dos estilos en varias bocas de metro, el Art Nouveau junto al Art Deco.

25 imprescindibles en París

Hoy me apetecía hacer una entrada especial en el blog. Es mi cumpleaños y, por ello, quiero autorregalarme una entrada con 25 cosas que me hacen feliz cuando voy a París.

El tiempo vuela y en nada ya tendré que volver a mi Tierrina, pero además de volver con un año más, también voy a volver con todo un bagaje de experiencias vividas en tierra gala que ya muchos quisieran.

He intentado vivir cada momento de este año en el extranjero con la mejor de las sonrisas.

También creo haber sacado el mejor provecho de cada momento de bajona (que gracias a dios han sido muy pocos)

Y todos los días estoy intentando empaparme al máximo de todas las historias posibles relacionadas con los lugares que visito en mis escapadas a París, que es de lo que más me gusta de mi estancia en Francia.

Antes de venir a la Galia hice una lista con las cosas que me gustaría hacer o visitar y, afortunadamente, ya he ido cumpliendo muchas de ellas.

Por todo ello quiero escribir esta entrada, porque estoy siendo feliz realizando mi sueño de vivir y trabajar en Francia y porque quiero compartir con vosotros los lugares y las pequeñas tonterías que me han dado un agradable momento de felicidad.

¡Ahí va mi lista! Espero que os guste, siempre podéis añadir algo más en los comentarios. No dudéis en escribirme.

1- Subir las escaleras de Montmartre y picar algo arriba mientras París hace vida.

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Sacré Coeur

2- Perderme por las calles de París e ir conociendo nuevos lugares fascinantes.

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La Défense

3- Conocer los más viejos de París: el árbol más viejo de París, plantado en 1602 al lado de la iglesia de Saint Julien le Pauvre; y la casa más vieja de París, edificada en 1402 sigue en pie en el 51 de la rue Montmorency.

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4- Ver la tele, una serie o escuchar la radio en francés. La tele la verdad que no la veo nada, en todo este año vi Eurovisión y ya. Muy tristes los comentaristas gabachos… Pero series ya he visto la de Métronome (la cual os recomiendo fehacientemente), L’amour à 200 mètres (lo pasé pipa), Ever after high (sé que es infantil pero lo flipé) y Reign (sobre la reina María de Escocia, enganche total). Todas en francés y subtituladas en francés, para ir haciendo oído. Y respecto a la radio, somos fans de La radio sans pub.

5- Ir al mercado. Los viernes toca el de Arpajon y los domingos el marché de Bastille en París, en el boulevard Richard Lenoir. Hay mucha comida típica, fresca y muchos puestos de recuerdos y souvenirs a muy buen precio. Además el ambiente es muy animado.

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Mercado de Arpajon en Navidad

6- Hacer trasbordo en el metro parisino una y otra vez como si nada. Ahora que ya lo veo con un poco más de perspectiva, si hago esto es, o porque la línea esta fatal comunicada con mi destino, o porque me he perdido… Afortunadamente, en todo el año que llevo aquí sólo me he perdido una vez y me confundí otra. Dos en total. Al final resulta muy fácil y cómodo lo del metro.

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7- Tener largas conversaciones con franceses. Al principio acababa con la cabeza como un bombo si escuchaba a los demás hablar más de la cuenta en francés, pero ahora ya estoy acostumbrada y la verdad que no hay problema. Bueno, siempre que el tema a tratar no sea una chapa.

8- Comprar un libro en una librería francesa tipo Gibert Jeune, Shakespeare & Company, una tienda de segunda mano o uno de los puestos que hay a la orilla del Sena (les bouquinistes).

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9- Salir por la noche parisina.

10- Ir a uno y otro museo todo lo que se pueda y más, hasta que se acaben.

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11- Comprar una baguette (decepción total) y comer un croissant (todavía no he dado con uno que esté malo!!!)

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12- Recorrer el Grand Axe (me metí en una tarde La Défense, L’Arc du Triomphe, Concorde y Saint Michel), en ello entran les Champs Elysées.

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13- Subir a la gran noria de París (La Grande Roue).

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14- Morrear en el Muro de los Te quiero, y en lo alto de la Tour Eiffel, y en el Sacré Coeur…

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Mur des Je t’aime

15- Subir a la Torre Eiffel, al Arco del Triunfo, a las Torres de Notre Dame y de Montmartre y ver las grandes panorámicas de París.

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Vistas desde la Tour Eiffel

16- Leer libros en francés. Obviamente ya cumplí con El principito de Saint Exupéry y con Nuestra Señora de París de Victor Hugo, de la cual leí un buen pedazo en Notre Dame (¡¡como tiene que ser!!).

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17- Relajarme a los pies de Notre Dame y ver la cantidad de turistas que no paran de un lado para otro.

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18- Descubrir un lugar mágico, como el Canal de Saint Martin, y ver otra de las muchas caras de París, no la de los turistas, sino otra más tranquila.

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19- Poner un candado del amor en uno de los puentes del Sena, si hay que ser turista se es de verdad de la buena.

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20- Montar en uno de los barcos que recorren el Sena a lo guiri total y ver lo más famoso de París desde una perspectiva diferente.

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21- Saludar desde la orilla a los barcos con turistas (y recibir el saludo, claro).

22- Espatarrarme en cualquier jardín de París y disfrutar del ambiente (Jardins de Luxembourg, Jardin des Tuileries, Champs de Mars, Parc de Buttes Chaumont, Parc Monceau, Parc de Sceaux, Domaine de Chamarande y un largo etcétera).

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23- Asistir a un concierto improvisado en las calles de París (o de mi gato-compi-de-piso).

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24- Comer un crepe, una quiche, una fondue, un coulant, una blanquette, un croissant, una galette, macarrons o lo que sea típico francés.

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25- Compartir toda esta experiencia con un ser querido.

26. Y finalmente añado una 26 porque son los años que cumplo: SER FELIZ VIVIENDO EL PRESENTE.

Espero que os haya gustado. Ya sé que hay mil cosas más por hacer, así que ahora es el turno de que vosotros las compartáis. Os espero en los comentarios.

 

Cosas que me sorprenden de Francia (II)

Cuando llegamos a un nuevo lugar, ya sea por vacaciones, por trabajo o por un cambio de vida total, siempre hay una serie de cosas que de primeras nos impresionan. Esas cosas que nos chocan pueden ser tanto del propio lugar como de sus paisanos.

De momento sólo llevo dos meses vividos en Francia, pero os aseguro que tengo bastantes situaciones, tradiciones o cosas en general que me dejan bastante descolocada y otras muchas que me causan buena impresión y placer.

¿Vosotros también tenéis anécdotas curiosas que contar?

¿Qué es lo que más os ha chocado una vez que habéis salido de casa?

En septiembre os hice un pequeño adelanto de las primeras impresiones que tuve de Francia y de los franceses en la entrada Cosas que me sorprenden de Francia. Pero esta vez quiero explayarme un poco más.

¡¡¡¡COMENZAMOS!!!!

La diferencia entre b/v. Por todos es sabido que en el español actual no existe dicha distinción, pero ello no quita que en nuestra hermana lengua francesa no hayan obviado la diferencia entre ambos fonemas. En consecuencia, un español puedes estar gritando en medio de la calle «rápido, rápido», pero los oídos franceses estarán escuchando «polla, polla»… Porque no es lo mismo vite que bite… ¡Olé!

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Productos bio por todas partes. Más bien parece una moda que una forma de respetar el medio.

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Ya sabemos que los españoles en tema de horarios somos los raritos de Europa. Yo he de decir que dos meses después sigo con mi horario español. Mi trabajo me lo perite así que nada de comer a las 12h… ¡Dónde se vio eso por favor! Ja, ja, ja. Eso sí. Todos mis compañeros, cuando llega la hora de comer, todos me preguntan extrañados que si no como… Pues no, para mí comer a las 12 es como hacer un segundo desayuno…

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Pagar con cheque cualquier cosa… Es algo a lo que nunca me haré. En cambio, me he adaptado muy bien a pagarlo todo con tarjeta. Avec carte bleue, s’il vous plaît. Por ende, tener que llevar el RIB en la cartera por si acaso (el número de cuenta al completo). Yo en Asturias llevo el paraguas plegable por si acaso, ¡no cosas del banco!

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La manera de saludarse:

  • Ça va?
  • Ça va. Merci. Et toi?
  • Ça va, merci.

De besugos total pero me encanta. Ja, ja, ja.

 

Vengo de Oviedo, ciudad que ha recibido hasta la friolera de 10 veces el galardón de la Escoba de plata, oro o platino, según el año. Ésto se traduce en que la ciudad oventense es premiada por labor en la limpieza. Así que os podéis hacer una idea del contraste que vivo diariamente por las calles del pequeño pueblecito de París en el que vivo y también cuando voy a la gran metrópoli… Gran circuito de obstáculos esquivando contenedores de basura que dejan bastante que desear, las papeleras con las bolsas transparentes para que se vean los desechos (por seguridad), apartar las hojas de los árboles a un lado y no recogerlas, olores a pis y a de todo, las cacas de perro y de no tan perro… Y creo que no voy a seguir.

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Todo el mundo fuma. TO-DO EL MUN-DO. Y no se ven campañas antitabaco, o al menos yo no las veo… Será porque no fumo…

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Utilizar indistintamente il/elle. O en mi caso más bien utilizar para todo él. Que para mí es él en español para el masculino y elle en femenino para el francés. Así que eso se resume en que digo siempre el sonido el y todos quedan flipando. Ja, ja, ja. El mismo modo aleatorio para hacer la diferencia entre todas las -e francesas, ai y ei, u y ou y las nasales. ¡Viva la descoordinación y el libre albedrío!

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Odio eterno a los besos todos los días. TO-DOS LOS DÍ-AS. Soy profesora en un colegio y se ven de lunes a viernes todos y cada uno de los días. Y a eso añádele que nunca desconectan y nada más acabar la jornada siguen hablando por el móvil. Vamos a ver, es necesario darse besos con todas las filas de todas las clases en el recreo y justo antes de entrar en clase¿?¿?¿?¿? ¿De verdad es tan necesario? ¡Os habéis visto AYER, y anteayer, y toda la semanaaaaaa! Y lo mismo con los profesores. Menos mal que a mí nadie se me arrima.

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Estar en el tren/metro lleno de gente hasta arriba o en un restaurante hasta los topes y que no se oiga el típico ruido de barulle a tope. De hecho, que sólo se te oiga a ti hablar con tu colega o por teléfono… Hasta parece que se oye tu propio eco… ¡Qué silenciosos!

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Oda a la Navigo (tarjeta de transporte). Nada más que añadir.

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Nunca nos lo enseñan en clase de francés. Nunca aparece esta palabra. Pero si de verdad quieres tener un mínimo en la lengua francesa tienes que saber usar y entender la palabra truc. Significa cosa. Y la utilizan para TODO. Todo es un truc. Y yo no lo había escuchado hasta que llegué a aquí. Toda una vida estudiando francés para nada…

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En clase los alumnos se quedan de pie hasta que el profesor, yo, les mando sentarse. Bueno, eso los alumnos normales y no tocacojones. Y luego siempre me llaman Madame. Porque aquí los profesores son Monsieur o Madame. Así que al hacer la traducción me he convertido en na Señora en la flor de la vida, en la veintena… Eso sí, como alguien no me llame Señora me parece mal. Así que hasta este punto han cambiado las tornas. Que en España como alguien me llame señora flipo y como en Francia no me lo llamen me enfado. Ja, ja, ja. ¡Viva la doble personalidad!

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La región está dividida en departamentos y cada uno tiene un nombre, obvio, pero también tienen asignado un número, el cual es el principio del código postal. Pues, por ejemplo, en vez de decir Essonne a secas, dicen 91. Y yo que no me entero con los nombres pues menos con simples cifras.

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El tema intercultural. Ver extranjeros de clase media, y no como en Asturias que principalmente los extranjeros que se ven vienen a mendigar. Negros en super coches, de traje, los chinos lo mismo, mucho indio, judío, marroquí, etc. Y todos como uno más, con sus trabajos y llevando sus ropas típicas. Es una pasada que haya tanta tolerancia por las calles.

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El tema de la pobreza. Se me cae el alma a los pies al ver a familias enteras con un colchón en el suelo en medio de la acera. Con niños e, incluso, bebés. Y depende de la zona te puedes encontrar hasta tiendas de campaña en los aparcamientos en batería de los coches. Increíble el grado de miseria en contraste con la riqueza y el portento de París.

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La gente no lleva paraguas aunque llueva. Y luego no se quitan el abrigo ni por dios cuando entramos en el tren. Vamos a ver, si es para un trayecto de 10 mins lo entiendo, pero para una hora de viaje… ¡Quítatelo por dios, que me das calor de sólo mirarte!

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El tiempo loco. Pero vengo de Asturias. Así que en ese sentido estoy como en casa. Sol, lluvia, nubes, granizo, viento… Todo en menos de una hora. Yupiiiii.

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Los puestos en el mercado sólo para quesos. Ummmmm. Fromage. Y los precios tirados del queso. ¡Viva el colesterol!

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Los envases de dos lonchas de jamón en el supermercado a precio prohibitivo.

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El tema de los baños en las casas particulares. Por un lado tienen la ducha y por otro el váter. Y es toda una suerte que te toque váter con lavabo. Vamos a ver, no es nada práctico ni higiénico todo tan separado. NO, NO LO ES.

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La capacidad que tienen de detectar a un español. ¡Son terribles! Me recuerda a los campeonatos de resolver un cubo de rubik. Pero es que te descubren mil veces más rápido. ¿Cómo lo hacen? Detectan a un español con sólo verlo. Como si nos olieran… Entonces cuando paso desapercibida o estoy totalmente integrada me siento super bien. Porque es en plan, logro desbloqueado de camuflaje parisino. Luego está el lado contrario, requetemarcar tu acento para hacer saber que eres extranjero y que no te interesa o que «no te enteras» de lo que te están diciendo/pidiendo.

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Otra vez el tema de los horarios. Cuando llega la media tarde y hace acto de presencia el momento caos de bonjour/bonsoir/bonne journée/bonne soirée. Te contestan lo que les da por la gana. Cortocircuito cerebral. Activando modo aleatorio… Ja, ja, ja.

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Lo de las terrazas me mata. Esa disposición de las mesas y sillas en modo vitrina de escaparate… Todos mirando hacia el frente, vistas a la acera en vez de a tu acompañante, como si estuvieran en el mar con el lejano horizonte al fondo…

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El recogedor de mano en vez de uno como dios manda, con su palo y esas cosas para no partirte el espinazo…

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El digicode. Ese gran sistema de seguridad super secreto para tener acceso a tu edificio sin llave y que el código para entrar lo sepan desde el panadero del barrio hasta el presidente de Bulgaria, pasando por los gatos del vecino de dos manzanas más allá…

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Al comprar el pan que te lo den en un papelito que no tapa ni una cuarta parte de la baguette. Es decir, que cuando llegas a casa tu pan tiene más microbios que un váter público. Sí, ese pan con el que has recorrido el metro de París y sus calles llenas de sucios obstáculos.

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Y para terminar con buen sabor de boca esta publicación, me ha sorprendido para bien la cantidad de gente que lee en el metro y en el tren. Que no desaparezca nunca el hábito de la lectura.

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Y vosotros, ¿queréis contar alguna de vuestras impresiones fuera de casa?

¡OS LEEMOS!

 

BSO de mi vida en Francia

Os quiero dejar una pequeña muestra de los acordes que están poniendo el hilo musical a mi primera experiencia en el extranjero.

«La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo»

«Con música he bailado, he llorado, he reído, he recordado, he besado, he amado, con música… he vivido»

Stay (ft Alessia Cara) ZEDD

Runnin’ (Lose It All) NAUGHTY BOY & BEYONCE

Galway Girl ED SHEERAN

All Stars (ft Alma) MARTIN SOLVEIG

Shine on my way DIVA FAUNE

Riche CLAUDIO CAPEO

Bon appetit KATY PERRY

What about us PINK

Ok (ft James Blunt) ROBIN SCHULZ

On était beau LOUANE

Without You AVICII

No Vacancy (ft Amir) ONE REPUBLIC

Beds are burning MIDNIGHT OIL

I believed MALO’

No roots ALICE MERTON

Believer IMAGINE DRAGONS

Katchi OFENBACH

Feet it still PORTUGAL. THE MAN

Moi aimer toi VIANNEY

Feels (Ft Pharell Williams & Katy Perry) CALVIN HARRIS

Attention CHARLIE PUTH

Adolescente pirate LEA PACI

You’re the best thing about me (feat Kygo) U2

Superstition STEEVIE WONDER

Should’ve gone home (Je ne suis qu’un homme) MANS ZELMERLOW

More Than You Know AXWELL INGROSSO

Issues JULIA MICHAELS

Me gusta MANE DE LA PARRA

Soy un chaval RAMONCÍN

 

5 Días en París. Días 3, 4 y 5

Nuestro tercer día en París lo destinamos a cumplir con el objetivo de nuestro viaje: firmar nuestro próximo contrato laboral.

MIÉRCOLES

A pesar de haber estado unas 9 horas en Versalles no vimos nada. Solamente el gran palacio de la monarquía francesa ligado al Rey Sol, Luis XIV. Pero lo vimos de lejos, que el calor que había era inhumano y 8 horas de reunión laboral en francés agotan a cualquiera.

Tanto para ir como para volver a Versailles desde París tomamos la línea C del RER. Estos trenes tienen dos alturas y desde el piso de arriba fuimos contemplando el paisaje mientras el viento soplaba.

Después de sobrevivir al peor día de la ola de calor, la noche parisina nos esperaba. El viaje nos coincidió con la Fête de la Musique. Es un festival de música nacional en el cual, durante la noche, la ciudad rebosa de todo tipo de artistas realizando actuaciones improvisadas en directo. Esta fiesta musical es celebrada el 21 de junio todos los años y, esta vez, nosotras nos pudimos recostar en las escaleras del Sena, debajo de Notre Dame, y escuchamos animar la noche a Nicolas Baudet con la colaboración de Clémence. Por ahí por el vídeo salimos nosotras, ja, ja, ja. Fue una noche parisina total.

JUEVES

Mientras las infelices de nosotras buscábamos una copistería para hacer copia de los papeles para alquilar nuestro «futuro piso», recorrimos el barrio de Saint Michel. Y digo infelices de nosotras porque por la tarde descubrimos que fue un timo, el «propietario» nos dio plantón y suplantó nuestra identidad llevándose nuestro dinero en una oficina de correos. Algún día explicaré este capítulo del viaje para que nadie sea tan ingenuo como nosotras, pero por ahora no tengo ánimos.

Felices recorrimos las calles de Saint Michel y me hice con el librito que todo turista parisino que se precie ha de tener: Paris par arrondissement.

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Pasamos al lado de lugares tan emblemáticos como el Panteón o la Universidad de la Sorbona, y nos fuimos a Arpajon en la línea C del RER para resolver (o más bien no resolver) el tema de nuestro futuro alojamiento.

ARPAJON

El pueblo me pareció muy guapo y tranquilo. Pero en estos momentos siento una relación amor-odio hacia él. Al descubrir que fuimos timadas nada más llegar, nos lo recorrimos de arriba a abajo buscando una solución. Mira que es pequeño, unos 10.000 habitantes, pero madre mía la cantidad de pasos que hicimos bajo aquel calor sofocante. 1498501265939

 

Para guarecernos un poco del sol y templar la frustración, la rabia, el enfado y el disgusto, estuvimos en la iglesia de San Clemente y en la plaza del mercado.

 

 

Los comerciantes se reúnen para mercar con sus bártulos y comestibles bajo esta estructura tan característica. Los lugareños se sienten orgullosos de ella ya que forma parte de la identidad de los arpajinos, arpajoneses… La verdad que no sé decir en español su gentilicio…

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Este poblado, en un comienzo, venía a ser un castro que se llamaba Châtres sous Montlhéry. Este territorio es adquirido por Louis II de Séverac, quien lo transforma en un marquesado al que llama Arpajon.

Para asentar el nombre entre las gentes se dedicaba a recorrer las calles y a preguntar a los lugareños cómo se llamaba el lugar. Quienes respondían Châtres recibían un bastonazo. Quienes acertaban contestando Arpajon eran premiados con una moneda. Un método más que efectivo el de Louis II de Séverac.

Una vez que ya no tuvimos nada más que intentar arreglar en Arpajon, retiramos a Montmartre a ahogar nuestras penas. Si tenéis que llevar recuerdos de París, os recomiendo comprarlos aquí, es el lugar donde más baratos están los souvenirs.

Como ya os conté en el día 1, tomamos el funicular con el billete antipolución y allí arriba, a los pies de un imponente Sacré-Coeur, vimos París cambiando sus colores por los de la noche.

Un ambiente alegre, juvenil, distendido e intercultural nos rodeaba en esa puesta de sol. Noches como ésta hacen olvidar las penas en París.

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VIERNES

Toca volver a casa. Nuestro trayecto fue aeropuerto de Orly, Lisboa, Oviedo. Volamos con la compañía portuguesa TAP (excelente) y me he quedado con unas ganas locas de aprender portugués. Bom día. Obrigada. Lo único que sabía decir y lo usé =)

No quiero cerrar este viaje sin contaros un par de cosas que me llamaron la atención.

Numerosos portales no tienen llave. Se abren con un código de entrada, el digicode, que por lo visto es modificado periódicamente.

Por el Sena vi circular motos acuáticas a toda velocidad.

En los restaurantes y cafeterías si no quieres que te cobren el agua, tienes que pedir une carafe d’eau (una jarra de agua) y te traen agua del grifo.

En supermercados, centros comerciales, museos, estaciones… los de seguridad vigilaban lo que llevabas en el bolso y antes de entrar en los sitios te pedían que abrieras los bultos que llevabas. También mucha policía y metralleta, es lo que tiene estar en un nivel tan alto de alerta terrorista. Este plan de seguridad nacional se llama Vigipirate, con el cual se dan mayores medidas de seguridad en diversos lugares públicos.

Las bicicletas que transportan turistas son torbellinos. Vimos una en la Plaza de la Concordia que madre mía de mi vida. ¡Pasaba por encima de los coches! Porque claro, la bicicleta pasaba, pero el carrito de detrás con los turistas iba arramplando con todo…

Mucha ciudad de la moda pero había cada ser con unas pintas más innobles… Eso sí, me encantó que es una ciudad cero prejuicios y nadie miraba para nadie. Excepto yo, que iba mirándolo todo en aquel maremágnum.

Me chocó mucho que no hubiera casi perros. Los mendigos sí que los tenían haciendo compañía. Pero a lo largo de la semana no vi casi ninguno. No sé si fue debido a la ola de calor y que por ello no los sacaban, o igual es que en París no se lleva tener mascota.

Fue un viaje fuera de lo común y para repetir pero sin calor, ni gestiones, ni engaños. Sólo dedicarnos a París y París a nosotras.

À bientôt Paris!

P.D.: Para documentar un poquito estas 3 entradas sobre mis 5 días en París me apoyé en las siguientes tres guías que saqué de la biblioteca de Oviedo.

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5 Días en París. Día 2

Hola curiosos por París.

En el primer día de este viaje os contaba que tuve que ir una semana a París gracias a mi nuevo trabajo y os hablé de los medios de transporte parisinos, del barrio Le Marais, del Centro Pompidou, del Hôtel de Ville y de Notre Dame. Como París tiene mucho más de lo que hablar, aquí os cuento el segundo día que pasamos en la capital de la luz.

Durante toda nuestra estancia estuvimos recorriendo a un lado y a otro las orillas del Sena, río al que también se le conoce como el alma de París. Diversos barcos, embarcaciones y cruceros navegan sus aguas día y noche. Desde la orilla se puede ver a turistas y lugareños disfrutando del recorrido en barco mientras se deleitan con el paisaje urbano que ofrece esta ribera tan urbanita. Me pareció muy curioso que muchos de los barcos fueran barcos-restaurante, los cuales eran acristalados y se podía ver a los comensales nutrirse mientras navegaban… Sinceramente, me recordó al zoo.

MARTES

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La Place de la République me pareció una maravilla imponente. Actúa como sólido centro de una rotonda y la verdad que me llevó su tiempo sacar una foto en la que no se viera el abundante tráfico. La figura femenina que podemos apreciar es la Marianne de la República Francesa.

 

 

 

Cogimos el metro en République para ir a ver la gran obra de Gustave Eiffel, la Tour Eiffel.

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Dicha torre se ha convertido en el símbolo moderno de esta capital europea, procedente de la exposición universal de 1899. Por todos es sabido que primeramente esta famosa obra arquitectónica del paisaje parisino fue rechazada por el público, llegando a denominarla «el espárrago de hierro». Pero su utilidad para el campo de la radiotelegrafía le permitió limpiarse la mala reputación ganada por su aspecto y con los años se ha vuelto el icono de París.

Tengo pendiente volver para poder adentrarme en su interior y ascender por ella hasta tener París bajo mis pies.

El mayor reloj solar sobre la tierra se yergue en el centro de la Place de la Concorde. El obelisco de la Concorde, procedente del Templo de Luxor, es este famoso reloj de sol. En la plaza donde reside este regalo venido desde Egipto, fueron decapitados entre otros el rey Luis XIV, María Antonieta y Robespierre. Otro dato interesante es que las piedras de esta plaza son las de la prisión de la Bastille.

IMG_20170620_163834Uno de los espacios verdes que recorrimos bajo el sol abrasador fue el Jardin des Tuileries, de tejas. En medio de este representante del jardín de estilo francés descansamos a la sombra en una de sus cafeterías, desde la cual pudimos ver cómo cuervos, palos y aves como la de la foto (supongo que es una prima de las palomas) revoloteaban de un lado para otro.

Yendo hacia el Louvre echamos la vista atrás, al igual que el Cid durante su destierro, y en la lejanía, en perfecta línea recta, se alineaban el Obelisco de la Concordia y el Arco del Triunfo. A pesar de encontrarnos al otro extremo, eran patentes sus 50m de alto y 45m de ancho. Se veía gigante, así que estando en sus inmediaciones tiene que ser abrumador encontrarse en la rotonda más grande del mundo.

Este eje histórico de la ciudad finaliza en el Arco de la Defensa, pero yo no lo llegué a ver. No sé si era porque no llevaba gafas o porque simplemente está demasiado lejos.

En el otro extremo de este eje histórico o vía triunfal, es decir, donde estábamos nosotras, teníamos las espaldas del Arco del Triunfo del Carrusel (Arc de Triomphe de Carrousel) y el Louvre con su pirámide de cristal.

El Arc du Carrousel lo mandó construir Napoleón para conmemorar los éxitos bélicos y los caballos dorados que lo coronan proceden de Venecia.

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Como veis en la foto, asoma tímidamente la pirámide de cristal de Leoh Ming Pei. Me sentí totalmente metida en el Código da Vinci de Dan Brown. Por descontado, entramos, aunque los martes el Louvre cierra, pero deambulamos por su zona habilitada como centro comercial y, además de huir del sol asfixiante, vimos la pirámide desde abajo. Sólo nos faltaba el profesor Langdon o Tom Hanks, quien prefiráis. Ja, ja, ja.

El Louvre es gratuito el primer domingo de mes en temporada baja. Así que ya tengo plan los domingos de octubre a marzo. Pinchando en lo azul os dejo el enlace sobre Museos gratuitos de París.

Mientras esperábamos a que amainara el calor infernal, nos fuimos a un BHV. Un centro comercial que para mí fue un equivalente al Corte Inglés pero mucho más grande y con una planta gigante dedicada única y exclusivamente a ¡¡¡papelería!!! Obviamente me perdí en esa planta entre tantas libretas, agendas, bolis, estuches… tan cuquis.

El calor nos dejó tan sumamente agotadas que acabamos rendidas en el apartamento. A la mañana siguiente teníamos que madrugar porque había que ir a Versalles para firmar nuestro contrato de trabajo. Así que fuimos responsables y dejamos la noche parisina para el día siguiente.

5 Días en París. Día 1

¡Por fin he conocido la Ciudad de la Luz!

Este junio de 2017 se presentó una ocasión fantástica para conocer París debido a mi nuevo trabajo, gracias al cual pasé una semana en esta bella ciudad con una amiga que trabajará conmigo allí.

Fue una semana muy ajetreada y acabamos agotadas, aunque yo creo que influyó mucho la súper ola de calor que nos cogió de pleno en tierras parisinas.

Si os soy sincera, no puedo comparar París con ninguna otra ciudad. Este viaje lo dediqué principalmente a resolver gestiones y el calor me anula por completo, por ello no visitamos ningún lugar y si veíamos algún monumento, plaza, edificio, museo, jardín… era debido a que nos pillaba de paso. Estuve a unos cientos de metros del Palacio de Versalles y no quise ni acercarme, así que con eso podéis haceros una idea de lo mal que lo pasamos con el calor que hubo. Yo, que tengo un imán para todo lo relacionado con el arte y la cultura, huyendo de semejantes maravillas con tal de guarecerme bajo algo de sombra.

Por ello no se parece a ninguno de los viajes que he hecho hasta el momento y no puedo establecer términos de comparación. Así que sólo os puedo decir que París es único y que tengo todo un año por delante para poder visitarlo de la forma que quiera.

De momento os voy a mostrar mis primeros contactos con esta capital europea.

AEROPUERTOS

París presenta tres aeropuertos, de los cuales Charles de Gaulle (CDG) y Orly son internacionales. El tercer aeropuerto es Paris Beauvais y principalmente se destina a vuelos chárter.

Oviedo – CDG lo hicimos con la compañía aérea Vueling. CDG se encuentra en el nordeste de París y para llegar al centro tomamos la línea B del RER (tren). En unos 30 minutos nos hallábamos en pleno corazón de París.

La vuelta a Oviedo la hicimos desde Orly. Pero antes, para llegar a este aeropuerto, tuvimos que ir a la Place Denfort Rocherau para tomar el Orlybus, el autobús destinado a cubrir el trayecto hasta dicho aeropuerto.

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La vuelta la realizamos con la compañía portuguesa TAP. Su servicio fue excelente e hicimos escala en Lisboa para llegar a Oviedo. Lisboa – Oviedo  lo viajamos en un pequeño avión de hélices. Fue una experiencia diferente y muy cómoda.

 

Hélice derecha del avión.

 

RER (Reseau Express Regional)

El RER se trata de un tren de cercanías que permite una comunicación muy efectiva entre los alrededores de París y su centro.

A lo largo del casco urbano es combinable con el metro aunque sólo tengas billete para uno de los dos. La diferencia con el metro es que en el RER tienes que introducir el billete en las máquinas para poder salir y en el metro no.

Gracias al RER de la línea C pudimos ir tanto a Versalles como a Arpajon.

El jueves era el día antipolución y, además de salirnos el billete por la mitad de precio, lo pudimos utilizar para todos los trayectos que quisimos en el trasporte que quisiéramos. Ello se tradujo en que usamos tanto el RER como el metro todas las veces que pudimos con tal de huir del calor y, por la noche, como fuimos hasta el Sacré Coeur, en vez de hacer pierna subiendo aquella retaíla de escaleras, tomamos el funicular con el billete antipolución. Todo un chollo hasta las 00:00h que caducó el billete.

METRO

Bien conocida es la complejidad del metro parisino y su infinidad de combinaciones posibles, hasta estaciones fantasma tiene. ¡Y debajo de todo ello están las catacumbas! Menos mal que mi amiga ya había vivido un año en París y que se conocía el metro al dedillo, porque yo estaba muy perdida y lo que hacía era disfrutar de las corrientes de aire en medio de aquel calor horroroso y no se podía pedir más de mí (como podéis comprobar pasamos un calor tremendo y supongo que lo seguiré repitiendo muchas veces contándoos estos cinco días en París. Es lo que tiene haber vuelto con una parte de cerebro derretida…).

Me sorprendió muchísimo que nunca tuvimos que esperar más de un par de minutos a que apareciera el siguiente metro. La verdad que fue un no parar. También me llamó la atención que era súper multicultural y no estaba tan lleno como esperaba, eso sí, en el Orlybus, que os hablé antes de él, aquello fue lata de sardinas total. No se movía nadie, respirábamos y ya.

Como dato informativo cada metro recibe el nombre de su última parada y se pueden solicitar planos gratuitos del mismo en las ventanillas de las estaciones. Espero hacerme con el metro a lo largo de este año, porque la verdad es que es muy útil y eficiente.

IMG_20170622_215500La que más me llamó la atención fue la estación Arts et Métiers. Como se puede ver en la foto, se encuentra totalmente recubierta de cobre y las ventanitas hacen que parezca que estés dentro del submarino de Julio Verne.

Ahora que ya tenemos una idea sobre cómo nos movimos por París, voy a contaros lo que vimos el primer día. Dejo para otras entradas los demás días porque sino, esta publicación se va a hacer muy extensa.

LUNES

Nos alojamos en el barrio Le Marais y lo primero que vimos de la que íbamos hacia el apartamento fue el Centro Pompidou. Es el Centro Nacional de Arte y de Cultura Georges Pompidou y resaltan sus vivos colores de entre su gran estructura metálica.

Marais significa pantano, ciénaga, lo cual hace referencia al origen de este barrio cuyas marismas comenzaron a habitarse sobre el siglo XIII. Se puede apreciar que es el barrio parisino que presenta mayor homogeneidad arquitectónica, sus calles son muy estrechas, de edificios grises de gran altura, dando lugar a una zona donde hoy en día se sitúan las comunidades de judíos y de homosexuales.

Una vez que dejamos nuestro equipaje nos dirigimos hacia Notre Dame y las orillas del Sena pasando por el gran Hôtel de Ville.

La inmensa Place de l’Hôtel de Ville fue testigo de muchas de las principales ejecuciones de la época revolucionaria, las cuales fueron prohibidas a finales del siglo XIX. Más pacíficas fueron las hogueras de San Juan en dicha plaza, las cuales encendía el propio rey en más de una ocasión.

El Hôtel de Ville, el ayuntamiento, da nombre a la plaza que lo alberga. Su construcción es encargada por Francisco I en el siglo XVI. Entre los diferentes actos memorables, este edificio fue testigo de la boda de Napoleón con María Luisa de Austria o de las proclamaciones de la 2ª y 3ª república (1848, 1870). También fue víctima de un incendio provocado por los comuneros (communards) y durante su restauración/reconstrucción se llevaron a cabo diversos añadidos, conociéndolo finalmente como es hoy en día.

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Como dato súper curioso os cuento el origen de la parabra «huelga» en francés: grève. Antes de denominarse la Place de l’Hôtel de Ville se llamaba la Place de Grève. Como era allí donde se agrupaban los desempleados, las huelgas acabaron llamándose grèves.

La ciudad romana de Lutecia, hoy en día París, nace en L’Île de la Cité, abrigo de la majestuosa Nuestra Señora, la Catedral de Notre Dame. Lugar de la coronación de Napoleón y escenario de las aventuras de Quasimodo y Esmeralda, hace compañía a la ribera del Sena, creando así un marco de grandiosa belleza con marcado estilo gótico.

Justo enfrente de la fachada principal, a los pies de su majestuoso rosetón, podemos pisar el KM 0 de las carreteras francesas. Y si miramos a la derecha, conoceremos al emperador Carlomagno a lomos de su caballo.

La Place du Parvis de Notre Dame nos dio el remanso que necesitábamos después de tan largo día de viaje. Mientras los diversos turistas no paraban de fotografiar, ni de fotografiarse, con Notre Dame, nosotras nos quedamos disfrutando de una tranquila puesta de sol que nos permitió ver la catedral en todos sus colores y texturas, al igual que el impresionista Claude Monet con la Catedral de Rouen.

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¡Ya se nos hizo de noche! ¡Continuamos con el viaje en la siguiente entrada!

À bientôt!