Viene siendo habitual por estas fechas que se reúnan los grandes profesionales de la moda en la tan sonada París Fashion Week.
La capital francesa acoge durante unos días a grandes personalidades del diseño, de la pasarela o de la fotografía, entre otros, con el fin de mostrar al mundo sus trabajos para la próxima temporada.
El año pasado (2017) coincidimos de lleno en esta semana de la moda.
Inocentemente, nosotros íbamos a visitar el Museo Rodin, pero de la que tirábamos para allá… Ya nos empezaba a oler todo un poco raro.
Primero vimos a una señora rodeada de un montón de fotógrafos y comentamos lo que había que comentar:
Si alguien reconoce a la señora, nos lo puede contar =)
– ¿Pero esa qué hace?
– Pero vaya flipada que es.
– ¡Pero mira qué posturas hace!
– Parece tonta con el plan que lleva.
Y demás frases por el estilo.
Seguimos avanzando y el tumulto cada vez era mayor. Marabunta de gente, muchas cámaras, gente vestida muy raro, mucha policía y muchos coches negros brillantes.
A pesar de todas esas señales indicando que aquel NO era nuestro sitio, seguimos avanzando contra viento y marea, atravesando valles y montañas.
Mucho rajamos de un chino (porque de toda la vida cualquier asiático que topes es chino) que llevaba unas botas horribles saliendo por la ventanilla de uno de esos coches negros brillantes. No parábamos de auto-preguntarnos qué coño hacía con su vida.
Una vez llegamos al epicentro del meollo, no podía oler más a chamusquina. Tías altísimas vestidas de manera super [inserte la palabra que quiera], caminando por un mini pasillo de fotógrafos que no paraban de llamarlas para hacerles fotos.
Entre esos fotógrafos había algún que otro pobre infeliz que regalaba revistas de moda. Suponemos que eran sus revistas y que querían que cayeran en buenas manos para tener un empujón en esto de la moda.
He de decir que entre esos pobres infelices había unos con más ojo que otros. Y digo esto porque no todos nos daban revista. Debíamos destilar un tufillo a clase no chic.
Finalmente llegamos a una fila única delante del Museo Rodin en cuyo comienzo se encontraba un segurata preguntando los datos de hospedaje de las diferentes personalidades de la moda.
Pininos de nosotros, llegamos a ese comienzo de la fila, y preguntamos si el museo estaba abierto… Resumen: nos echaron de allí con aguas destempladas.
Jardines del Museo Rodin en otoño.
¡Ahora caemos!
Hemos pasado numerosos controles y cordones policiales sin inmutarnos.
Hemos salido en mogollón de fotos y vídeos de algún que otro fotógrafo o periodista de renombre.
Hemos caminado al lado de grandes de la pasarela sin saberlo.
Hemos pasado ante infelices que pensaban que los íbamos a aupar en su camino profesional.
Y hemos llegado a las puertas de las habitaciones de gente con mogollón de escolta sin hacer absolutamente nada. O más bien sin querer desistir en querer ver la obra de Rodin.
Fotos de una exposición de moda hechas en el Museo de las Artes Decorativas de París.
Hoy me apetecía hacer una entrada especial en el blog. Es mi cumpleaños y, por ello, quiero autorregalarme una entrada con 25 cosas que me hacen feliz cuando voy a París.
El tiempo vuela y en nada ya tendré que volver a mi Tierrina, pero además de volver con un año más, también voy a volver con todo un bagaje de experiencias vividas en tierra gala que ya muchos quisieran.
He intentado vivir cada momento de este año en el extranjero con la mejor de las sonrisas.
También creo haber sacado el mejor provecho de cada momento de bajona (que gracias a dios han sido muy pocos)
Y todos los días estoy intentando empaparme al máximo de todas las historias posibles relacionadas con los lugares que visito en mis escapadas a París, que es de lo que más me gusta de mi estancia en Francia.
Antes de venir a la Galia hice una lista con las cosas que me gustaría hacer o visitar y, afortunadamente, ya he ido cumpliendo muchas de ellas.
Por todo ello quiero escribir esta entrada, porque estoy siendo feliz realizando mi sueño de vivir y trabajar en Francia y porque quiero compartir con vosotros los lugares y las pequeñas tonterías que me han dado un agradable momento de felicidad.
¡Ahí va mi lista! Espero que os guste, siempre podéis añadir algo más en los comentarios. No dudéis en escribirme.
1- Subir las escaleras de Montmartre y picar algo arriba mientras París hace vida.
Sacré Coeur
2- Perderme por las calles de París e ir conociendo nuevos lugares fascinantes.
La Défense
3- Conocer los más viejos de París: el árbol más viejo de París, plantado en 1602 al lado de la iglesia de Saint Julien le Pauvre; y la casa más vieja de París, edificada en 1402 sigue en pie en el 51 de la rue Montmorency.
4- Ver la tele, una serie o escuchar la radio en francés. La tele la verdad que no la veo nada, en todo este año vi Eurovisión y ya. Muy tristes los comentaristas gabachos… Pero series ya he visto la de Métronome(la cual os recomiendo fehacientemente), L’amour à 200 mètres(lo pasé pipa), Ever after high (sé que es infantil pero lo flipé) y Reign(sobre la reina María de Escocia, enganche total). Todas en francés y subtituladas en francés, para ir haciendo oído. Y respecto a la radio, somos fans de La radio sans pub.
5- Ir al mercado. Los viernes toca el de Arpajon y los domingos el marché de Bastille en París, en el boulevard Richard Lenoir. Hay mucha comida típica, fresca y muchos puestos de recuerdos y souvenirs a muy buen precio. Además el ambiente es muy animado.
Mercado de Arpajon en Navidad
6- Hacer trasbordo en el metro parisino una y otra vez como si nada. Ahora que ya lo veo con un poco más de perspectiva, si hago esto es, o porque la línea esta fatal comunicada con mi destino, o porque me he perdido… Afortunadamente, en todo el año que llevo aquí sólo me he perdido una vez y me confundí otra. Dos en total. Al final resulta muy fácil y cómodo lo del metro.
7- Tener largas conversaciones con franceses. Al principio acababa con la cabeza como un bombo si escuchaba a los demás hablar más de la cuenta en francés, pero ahora ya estoy acostumbrada y la verdad que no hay problema. Bueno, siempre que el tema a tratar no sea una chapa.
8- Comprar un libro en una librería francesa tipo Gibert Jeune, Shakespeare & Company, una tienda de segunda mano o uno de los puestos que hay a la orilla del Sena (les bouquinistes).
9- Salir por la noche parisina.
10- Ir a uno y otro museo todo lo que se pueda y más, hasta que se acaben.
11- Comprar una baguette (decepción total) y comer un croissant (todavía no he dado con uno que esté malo!!!)
12- Recorrer el Grand Axe (me metí en una tarde La Défense, L’Arc du Triomphe, Concorde y Saint Michel), en ello entran les Champs Elysées.
13- Subir a la gran noria de París (La Grande Roue).
14- Morrear en el Muro de los Te quiero, y en lo alto de la Tour Eiffel, y en el Sacré Coeur…
Mur des Je t’aime
15- Subir a la Torre Eiffel, al Arco del Triunfo, a las Torres de Notre Dame y de Montmartre y ver las grandes panorámicas de París.
Vistas desde la Tour Eiffel
16- Leer libros en francés. Obviamente ya cumplí con El principito de Saint Exupéry y con Nuestra Señora de París de Victor Hugo, de la cual leí un buen pedazo en Notre Dame (¡¡como tiene que ser!!).
17- Relajarme a los pies de Notre Dame y ver la cantidad de turistas que no paran de un lado para otro.
18- Descubrir un lugar mágico, como el Canal de Saint Martin, y ver otra de las muchas caras de París, no la de los turistas, sino otra más tranquila.
19- Poner un candado del amor en uno de los puentes del Sena, si hay que ser turista se es de verdad de la buena.
20- Montar en uno de los barcos que recorren el Sena a lo guiri total y ver lo más famoso de París desde una perspectiva diferente.
21- Saludar desde la orilla a los barcos con turistas (y recibir el saludo, claro).
22- Espatarrarme en cualquier jardín de París y disfrutar del ambiente (Jardins de Luxembourg, Jardin des Tuileries, Champs de Mars, Parc de Buttes Chaumont, Parc Monceau, Parc de Sceaux, Domaine de Chamarande y un largo etcétera).
23- Asistir a un concierto improvisado en las calles de París (o de mi gato-compi-de-piso).
24- Comer un crepe, una quiche, una fondue, un coulant, una blanquette, un croissant, una galette, macarrons o lo que sea típico francés.
25- Compartir toda esta experiencia con un ser querido.
26. Y finalmente añado una 26 porque son los años que cumplo: SER FELIZ VIVIENDO EL PRESENTE.
Espero que os haya gustado. Ya sé que hay mil cosas más por hacer, así que ahora es el turno de que vosotros las compartáis. Os espero en los comentarios.
El arte de París habla de amor y no sólo por San Valentín.
Ya llevo casi medio año viviendo al lado de París y en todo este tiempo he podido fotografiar muchísimo arte de la Ciudad de la Luz.
Con motivo de la festividad de los enamorados he querido recopilar todas las fotos en las que he capturado un instante de amor. Instantes de amor en arte que en realidad duran la eternidad.
¿Pero de dónde viene en verdad todo este revuelo de San Valentín?
La fiesta de San Valentín data por primera vez de finales del siglo V. Este santo habitó en la Antigua Roma y se le conoce como un santo mártir, cuyas advocaciones son el amor universal y el afecto.
¿A qué se dedicaba Valentín hace tantos años?
Pues nada más y nada menos que a casar a escondidas a soldados con sus damas en tiempos en que el Cristianismo estaba prohibido.
Los altos cargos se enteraron de que realizaba estos casamientos en secreto y lo mandaron capturar, con tan mala suerte de que no era querido por unos cuantos poderosos y lo mandaron decapitar.
De la que iba a acabar con su condena, entregó un papel a una chica ciega para que lo leyera. Ella quedó muy extrañada porque no podía ver y por lo tanto tampoco leer, pero abrió el papel y vio por primera vez. Leyó «Tu Valentín».
Así que puede interpretarse que nuestro mayor representante del amor también estaba enamorado.
Fue una festividad católica que a mediados del siglo XX fue suprimida, sin embargo, ello no fue ningún impedimento para que se siguiera festejando el amor internacionalmente, olvidando las religiones, culturas, ideologías…
Volviendo a las fotos que os quiero compartir, hay algunas que no logro identificar porque ya se me ha olvidado dónde las hice… Como dice mi madre: «memoria de zanahoria». Pero bueno, ello no quita ningún gramo de belleza a la obra.
Lo mejor lo he dejado para el final, os recomiendo ver todas las fotos.
A la derecha, también en bronce, podemos ver una de estas escenas en el interior de su propio museo, el Museo Rodin, la cual se llama La eterna primavera.
Y esta maravilla en mármol también está esculpida por el gran Rodin. Representa a Cupido y a Psique fundidos en un eterno beso y abrazo.
Henri de Toulouse-Lautrec nos pinta una escena cotidiana de cualquier pareja, La cama o Le lit. Yo quiero pensar que son dos novios guareciéndose del invierno en su cama.
Esta imagen creo que la saqué en el Museo d’Orsay. Sé que es un detalle de un cuadro más grande. Y esta pareja en una esquina me encantó. Parece que se están dando un beso apresurado a la vez que delicado.
No todo va a ser amor romanticón y empalagoso. También tenemos la amistad y el compañerismo. En el Museo de las Armas saqué está foto a una fotografía que me impactó mucho. Dos soldados llevan en volandas a un tercero. Este último tiene el pie atravesado por una trampa. Es increíble que sus caras no reflejan en ningún momento la gravedad de la situación que están viviendo.
Ahora quiero aludir al amor por nuestros amigos y fieles compañeros los animales. Aunque he de decir que el ejemplo que he elegido me parece un poco de colgadillo.
Os presento a El Vizir, el caballo de Napoleón. Lo acompañó durante 12 años en sus batallas y acabó muriendo con 33 años. Napoleón ordenó conservar su piel, para ello la envió a Inglaterra, evitando así que los siguientes regímenes se hicieran con ella.
Ambos difuntos se encuentran próximos, pues cerca está la tumba del emperador, en el Dômo de los Inválidos.
Esta foto la hice en el Museo Picasso y creo que es un boceto de un Picasso. Pero tengo bastantes dudas y no encuentro más información. Me parece una bonita escena, relajada, un canto al amor desde la imagen de la música.
Encontramos el mito de Edipo en el Museo d’Orsay. Un amor no aceptado socialmente, el deseo del hijo por su progenitor. En este caso lo esculpe Jean Baptiste Hugues y lo llama Oedipe à Colone.
Sé que no es una foto muy buena, pero me encanta. La saqué en el Louvre y se trata del Sarcófago de Cerveteri. Se trata de dos esposos recostados durante un banquete etrusco. Si os fijáis, sus piernas se acaban fundiendo y confundiendo. Me encanta la sonrisita que tienen dentro de esa estatismo.
El sueño del Niño Jesús es la última obra relacionada con el amor que os quiero enseñar. El amor de una madre y su hijo. En este caso de la madre de todas las madres. La pintó Sassoferrato en Roma en pleno siglo XVII. Me parece de un delicado y de un enternecedor hermoso.
Para terminar con esta entrada en la que triunfa el amor, quiero dejaros dos lugares emblemáticos en estos del amor parisino. Por una parte tenemos El muro de los te quiero. Esta obra fue imaginada por Frédéric Baron y por Claire Kito. Al tratarse París de la ciudad del amor, quisieron los dos artistas crear un lugar donde se viera representado todo ese amor que confluye en esta gran ciudad. Para ello escribieron 311 «te quiero» en 250 idiomas.
Si os fijáis, hay un montón de trocitos rojos esparcidos por la obra. Se trata de un corazón roto que simboliza la fractura de la humanidad. Es decir, haz el amor y no la guerra.
Y tú, ¿en qué idioma dices «te quiero»?
Y ya para concluir, os dejo un candadito del amor. De esos que encuentras en los lugares más insólitos de las calles parisinas. De esos que intentan atrapar el amor durante unas efímeras vacaciones. De esos que durante un viaje se vuelven un recuerdo especial. De esos que son símbolo de un amor que se dejó caer por la gran ciudad del amor.
Muchas gracias por llegar hasta aquí. Te deseo mucho amor en este día de San Valentín y en todos los del año.
El 1 de mayo de 2017 sembrábamos la semilla de lo que ahora veis como Tablaturas de mis pasos.
El proyecto de mudarme de país dio comienzo a este boceto de blog personal y poco a poco va tomando forma.
En un principio había pensado en compartir con vosotros el material que utilizo y que creo para mis clases de español en Francia. Sin embargo, todo ha ido tomando un cariz algo distinto, lo podéis ver vosotros mismos. Al final os estoy contando de todo un poco, los libros que leo, los lugares que visito, la comida que saboreo, las impresiones que tengo sobre los franceses y su cultura…
La verdad que prefiero que el blog se vaya desarrollando como lo vaya pidiendo, de forma natural, no quiero imponer nada. Que fluya…
Si saco tiempo me gustaría escribiros más sobre material para las clases de español. Pero me da a mí que empezaréis a ver ese tipo de entradas cuando ya vuelva a España, porque por el momento no soy capaz a hacer un hueco.
También me gustaría hablaros con más propiedad de los sitios que tengo la oportunidad de visitar en París. Si vosotros también hacéis aportaciones para enriquecer todo esto pues mejor que mejor.
También quiero tiempo para poder leer más y contaros las historias que encierran los libros con los que me topo. Todos tenemos derecho a conocer nuevos mundos.
Otra de las cosas que me gustaría es publicar con más regularidad, aunque con el tipo de trabajo que tengo es un poco complicado. Esto de ser profesora hace que mi tiempo lo dedique por entero a mis niños y que el poco que me sobra lo dedique a ir a París. Es una oportunidad única en la vida, así que supongo que me perdonaréis… Je, je, je.
En mayo de 2017 dio comienzo este blog, ya os he contado lo que me gustaría hacer para este nuevo año. Ahora os cuento cómo fueron nuestros comienzos y en qué manera vosotros nos habéis estado apoyando a través de vuestras lecturas, comentarios, me gusta, seguimientos, etc…
Tablaturas de mis pasosen Facebook cuenta con 332 me gusta y 29 opiniones (28 de 5 estrellas y una de 4 estrellas). La publicación que cuenta con más me gusta es una foto de Notre Dame de París y suma 123 me gusta. Os animamos a pinchar en el enlace del nombre de la página y a seguirnos.
Tablaturas de mis pasos en Twitter se llama Oviversaiy en el apartado de seguidores contamos con la gran cifra de 1.612 seguidores. Hemos publicado 1.097 tweets. Somos muy activos en Twitter y estamos muy contentos de que nos acompañéis en ello.
En InstagramOviversaiya alcanza las 158 publicaciones y los 179 seguidores. La foto que más me gusta alcanzó es una de los pies de la Tour Eiffel y cuenta con 81 me gusta. Solemos publicar muchas historias, así que te recomendamos seguirnos para que no te pierdas ninguna. ¡Te esperamos!
En Pinterest nos llamamos Tablaturas de mis pasos y contamos con 54 seguidores que siguen nuestros variados tableros.
También nos encontramos en Tumblr como Tablaturas de mis pasosy a pesar de ser muy activos sólo contamos con 14 seguidores.
En Bloguers.net llegamos casi siempre a portada gracias a vuestros votos positivos. De 46 artículos enviados, 34 han llegado a portada. Nos llamamos Oviversaiy tenemos 58 seguidores.
Tenemos un grupo de Telegram donde publicamos las entradas del blog que se llama Tablaturas de mis pasos.
Y ahora vamos al meollo de la cuestión. En Tablaturas de mis pasos en WordPress contamos con 126 seguidores. Hemos publicado 46 entradas, las cuales han recibido 2.984 visitas entre el 1 de mayo de 2017 y el 4 de enero de 2018. Todas esas visitas son fruto de 1.623 visitantes.
En 2017 contamos con 204 comentarios, es decir, una media de 5 comentarios por publicación.
Respecto a los me gusta, estamos muy orgullosos de los 406 me gusta que nos habéis dado, lo que hace una media de 9 me gusta por publicación.
Y habéis sido lectores de 27.136 palabras, una media de unas 603 palabras por cada publicación.
Habéis sido super amables, y ello lo demuestran los propios números. La entrada con mayor número de comentarios, para ser exactos 33, es la de Problemas en Francia. Ayuda, salir fuera es duro.
El bloguero que más veces se ha lanzado a comentar ha sido Aubescrit. ¡Muchas gracias por tu participación!
Estamos encantados con todas estas cifras. No esperábamos ni la mitad de la aceptación que estamos teniendo y estamos muy contentos de poder continuar en este proyecto llamado Tablaturas de mis pasos. Sin vosotros no hubiera sido posible llegar hasta aquí.
Mis mejores deseos para el nuevo año y que todos vuestros proyectos se cumplan.
Me encanta la Edad Media y no podía pasar sin haber visitado el Museo de la Edad Media de París y sin tener un libro que cuente un poquito cómo se desarrolló la Edad Media francesa.
Este libro está orientado a enfocar desde una visión didáctica la evolución acontecida en el territorio francés, desde final de la Edad Antigua hasta el Renacimiento. Para ello nos cuenta la transformación gradual de la Edad Media francesa en diferentes planos culturales.
En el plano artístico vemos la evolución del arte románico hacia el arte gótico a través de diferentes obras como son diferentes edificios, libros, ilustraciones, vidrieras, tapices, joyas, pinturas, esculturas…
También cuenta el desarrollo de la sociedad feudal durante los diez siglos que dura la Edad Media. Nos habla de la nobleza, de la iglesia y de los campesinos.
Además, Carlomagno se presenta como una personalidad clave en todo este proceso de cambio gracias al impulso que dio a los manuscritos (portadores de cultura y conocimiento) y a la evolución de la letra carolingia.
Finalmente, la visión del mundo se focaliza sobre la figura humana y entramos de lleno en el periodo renacentista. Para poder visualizar claramente este paso,podemos fijarnos en la Dama del Unicornio; serie de tapices que tuve la oportunidad de ver de primera mano en el Museo Cluny de París y que me maravillaron. Os dejo un par de fotos de cuando estuve allí.
Recomiendo la lectura de este pequeño libro puesto que la historia medieval de Francia se vuelve muy amena con sus diversas y abundantes ilustraciones y se encuentran muy bien esquematizados los conocimientos clave para comprender fácilmente la Edad Media en Francia.
En invierno hay que forrar y de toda la vida has de engordar.
En esta época tan fría del año no se puede andar escatimando en comida y hay que cuidarnos muy mucho de coger catarros. Así que para mantener las defensas firmes yo he comido todos estos platos riquísimos.
Espero daros alguna idea para cocinar con estos platos de noviembre.
¡Qué aproveche!
En Arpajon hay un sitio especializado en crepes que, como no podía ser de otra manera, se llama La crêperie. Su comida es bretona, mucho crêpe salado y la decoración del lugar también es de la Bretaña. Eso sí, la música debía de ser la radio latina, porque tenían reggaeton en español sin parar.
Tenían anunciada su sidra por todo lo alto, se puede apreciar en la foto. Así que como buenos asturianos nos lanzamos a probar la sidra de Val de Rance y la verdad que estaba muy buena. Era muy suave y sabía muy bien. Lo único que se me hizo raro durante todo el rato fue ¡beberla en taza!
Sidra bretona Val de Rance
Comimos todos los crepes como pepones, nos pusimos las botas. Estaba todo delicioso, os podéis hacer una idea por las fotos, je, je, je. La primera vez que comí un crepe salado no me gustó nada, pero he de decir que mi paimpol estaba buenísimo.
La carta era muy original, os la dejo en las imágenes. Los crepes salados tenían los nombres de diferentes ciudades: Saint Malo, Brest, Morlaix… Y los crepes dulces tenían nombres de grandes caballeros y grandes damas de las historias del ciclo artúrico: Lancelot, Arturo, Merlín el Encantador, Morgana…
Lo único que tenéis que hacer si os apetece ir a comer a La crêperie es ir con buen apetito y reservar con antelación. ¡Que no se os olvide!
Vamos a dejar un poco de lado la comida de restaurante y nos pasamos al arte culinario en casa. Como me sobraron unos champiñones que ya no daban más de sí y tenía un poco de pollo en el congelador que no sabía qué hacer con él, se me ocurrió guisarlo. Y ahí le metí ajo, cebolla, aceite, avecrem, los champiñones, zanahorias, patatas y el propio pollo. Y la verdad que no esperaba que supiera tan sumamente bien. Está mal decirlo, pero me sorprendí a mí misma.
Estas cosas que sólo haces cuando hay algo de oferta es comprar cosas que no tienes ni idea de lo que son. Y yo compré unos ñoquis. No tenía de ni la más repajolera idea de lo que eran, pero por si alguien no lo sabe, vienen a ser una especie de patatas cocidas que parecen bolitas de pan de miga. Los mezclé con salsa de queso azul y quedaron sublimes.
Y otra de las cosas que todos hacemos, aunque no lo queramos reconocer, es aprovechar las cosas que sabemos que no vamos a comer para reinventar platos. En mi caso sabía a ciencia cierta que no iba a comer una manzana que ya había comprado hacía un tiempo. Así que a la manzana le sumas unas grosellas y una frambuesa y te sale un pastel de manzana todo decorado. Muy orgullosa de mi creación.
En el colegio, los profesores, todos los miércoles hacemos desayuno en el recreo. Tenemos una lista con las fechas de todos los miércoles del curso y el día en que te apuntes tienes que llevar algo para desayunar. Así que yo llevé algo muy español, tortilla de patata, y algo muy asturiano, frixuelos. Todo muy rico.
Este mes tocó ir de viaje a Reims y a Metz. Nos encantaron las dos ciudades y comiqueamos diferentes manjares para el paladar.
La primera parada que hicimos en Metz fue en el establecimiento Bar Saint Jacques. Comimos una tartiflette, unas galettes y una baguetteflam‘. Y super económico, la verdad.
Tartiflette
Baguette flam’
Galettes
La siguiente parada fue para merendar y fuimos a la crepería Le Saint Malo. Debía de tener muy buena fama porque estaba abarrotada y la verdad que los crepes no pudieron ser mejores. Pedimos uno de especulos, otro de nutela y chantilly y otro de chocolate y chantilly. Chantilly viene a ser lo que llamamos de toda la vida nata montada para postres.
Coincidimos con el mercadillo de Navidad de Metz y como no podía ser de otra manera teníamos que hacernos con algo típico del lugar. Entonces en uno de los puestecillos dimos con los famosos bretzels. En mala hora los cogimos… Para hacernos una idea, tienen el tamaño de palmeras de chocolate grandes, la masa viene a ser de brioche y tiene unos tolondrones de sal bastante curiosos. La masa estaba a medio hacer, estaban como morrillos, y la sal sabía a rayos. Y a mí me encanta la sal. Me sentaron como una piedra, nunca más. Pa quien los quiera. Pero bueno, ya puedo decir que he comido, o intentado comer, un bretzel.
Sesión cervecera en la cervecería Les berthom. Ambiente inmejorable, música genial para poder pasar el rato, charlar y disfrutar de la cerveza y de la genial decoración del bar. Nos tomamos unas cuantas pressions que eran la Chouffe especial de Navidad (muy buena), la Maredsous (mejor imposible) y la Vedett (no me gustó nada, yo soy más de tostada).
Como todo sábado típico de cualquier ciudad, hay que acabar la noche con un poco de comida rápida. Y esta vez les tocó a las patatas asadas formar parte de nuestro gran imaginario culinario. Pedimos una de jamón y queso, por el tema de no arriesgar, y una Lorraine. Esta última venía a ser una patata hecha con ingredientes típicos de la zona, o a la manera de la zona o a algo de la zona (zona, zona xD), porque no me quedó claro. Lo que quedó claro fue el recipiente, porque no dejamos ni una miguita.
Jamón y queso
Loraine
Cambiamos de ciudad y nos vamos hasta Reims. Para quien no lo sepa (yo no lo sabía) el champán es típico de esta región. Así que nos vimos obligadas a probarlo, no nos quedó otra. Un ojo de la cara en Le lion de Belfort nuestra copita de champán (8€ de copita por cabeza, porque no era copaza era copita, pero hay que reconocer que estaba bueno).
Ya sólo por el precio la foto del champán merece estar sola. A continuación os dejo las otras cositas que comimos. No me acuerdo de cómo se llaman pero eran espaguetis con una bola de carne muy rica y con una salsa buenísima. Y de postre mousse de chocolate y vainilla caramelizada.
Si alguno de los que me está leyendo nos sigue, recordaréis que hicimos una buena cosecha de calabazas del huerto. Así que como no podía ser de otra manera hice puré con nuestras propias calabazas. Y quedó buenísimo. Eso sí, de una sola calabaza ya podemos sobrevivir durante todo el invierno, ¡porque madre mía menudo bicho!
En la foto os dejo unas albóndigas en pleno proceso. Fueron de esas cosas que se cogen porque están de oferta y la verdad que me quedaron sensacionales. Se me olvidaron en el fuego y algunas de las patatas quedaron con un requemado de la cebolla ¡que sabía a gloria! Tienen que olvidárseme más veces las cosas en el fogón… Ja, ja, ja.
En los tres meses que llevo aquí todavía no había comido una pizza. Me estaba currando mi comidita. Pero un día llegó la vagancia y no se fue. Así que no quedó otra y hubo pizza con queso de cabra pa comer.
Ahí donde los veis, me costó la vida encontrar unos garbanzos, poischiche. No existían en ningún supermercado. ¡En la Galia no hay garbanzos! ¡Y a mí me encantan los garbanzos! En consecuencia, cada vez que voy a un supermercado paso la vida en la sección de legumbres por si alguien ha pensado en mí y ha traído un porte con garbanzos. ¡¡¡¡¡¡Y eso sucedió el otro día!!!!!! Así que aquí os dejo, toda orgullosa, mis primeros garbanzos. Riquísimos.
Para cerrar esta entrada, y para cerrar el mes de comidita de noviembre, nos dejamos caer por el Buffalo Grill. Era un lugar de obligada parada porque siempre que cogemos el coche lo vemos desde la autopista con sus luces rojas y fluorescentes. Así que teníamos que cumplir con la llamada y era obligatorio ir a conocer y degustar el lugar. Nos jartamos a hamburgesa de bacon y la salsa de roquefort estaba de toma pan y moja (o más bien de toma patata y moja). La carne espectacular. Supongo que a lo largo de este año acabaremos repitiendo.
Y hasta aquí muchas de las cosas que nos hemos metido entre pecho y espalda durante este mes de noviembre.
Espero haberos dado alguna que otra idea para comer esta semana y espero veros muy pronto por aquí otra vez.
Para aquellos que no lo sepáis, estoy viviendo toda una experiencia en Francia al haber conseguido trabajo como profesora de español para extranjeros en un colegio de alumnos equivalentes a nuestro 6º de Primaria y nuestro 3º de la ESO.
Estoy aprendiendo muchísimo de esta profesión. Y creo que se tiene super infravalorados a los profesores.
«Ah, que eres profesor. ¡Vaya vacaciones que te pegas eh majo…!» Es la frase por excelencia que tenemos que escuchar. También tenemos la variante de «no os quejéis tanto, que son sólo niños y luego tenéis muchas vacaciones».
Para quien no lo sepa, o no quiera darse cuenta, ser profesor es mucho más que ponerse delante de unos niños, recitar la lección y marchar.
Ser profesor es mucho más que tener vacaciones abundantes y los fines de semana sin tener que ir a dar clase.
Ser profesor es mucho más que dar una lección y mandar un par de deberes.
Ser profesor es mucho más que preparar los materiales que se van a ver en clase.
Ser profesor es mucho más que ser la persona que está con tus hijos cuando no tienes dónde dejarlos.
Ser profesor es mucho más que esa persona que pone notas a los deberes y exámenes de tu hijo.
Ser profesor es mucho más que esa persona que le da una regañina a tu hijo por haberse comportado mal en clase, porque sí, su hijo se porta mal en clase…
Ser profesor es mucho más que corregir exámenes y pasar página.
Ser profesor es mucho más de lo que piensas…
Ser profesor es preocuparte por ellos. Saber cuándo están mal y querer ayudarlos a salir del trago.
Ser profesor es pensar en cuál es la manera correcta de dar una lección para que tus 30 alumnos, todos con unas capacidades diferentes, puedan asimilar y comprender el tema.
Ser profesor es ver en cada canción de la radio, cartel publicitario, folleto, libro, vídeo del Facebook o foto de Instagram un nuevo material para usar en clase.
Ser profesor muchas veces es querer y no poder porque ves que tus alumnos no se involucran lo suficiente.
Ser profesor es querer que tus alumnos den lo mejor de sí mismos y que saquen lo máximo que llevan dentro.
Ser profesor es saber cómo explotar al máximo y buscar cómo sacar el mayor rendimiento a cada uno de ellos, porque todos ellos son iguales, pero al mismo tiempo son únicos, irrepetibles e incomparables.
Ser profesor es acabar buscando un hueco para poder hablar con ellos de tú a tú.
Ser profesor es preocuparte por tus modales y tu forma de vestir porque sabes que eres un ejemplo para ellos y que te debes de comportar como alguien a quien seguir, y para ello intentas no tener ni un solo fallo.
Ser profesor es pasar los fines de semana preparando la siguiente lección y adecuándola a cada nivel, incluso a veces, a cada alumno.
Ser profesor es romperte la cabeza para sacar lo mejor de ese niño que tiene una situación difícil detrás, que tiene potencial, pero que la realidad lo está consumiendo.
Ser profesor es corregir un examen, sumar todos los puntos antes de calificar el último ejercicio, y puntuar ese último ejercicio de manera que pueda aprobar. Porque sí. Porque ahora me doy cuenta de que muchos de mis 5 son profesores que quisieron tirar de mí.
Ser profesor es dudar entre dejar el suspenso que ha sacado el alumno o ponerle un aprobado raspado por no saber qué es lo que más va a motivarlo para seguir trabajando, si el aprobado por los pelos para poder tener más margen la siguiente vez o el suspenso para la próxima vez aprobar.
Ser profesor es bregar con padres ultraprotectores, padres que no quieren ver la realidad, padres que se creen las agendas de sus hijos, padres que no les dan la autonomía necesaria para el desarrollo adecuado a su edad…
Ser profesor es tratar con padres desagradecidos con nuestra labor por haber reñido un día a su hijo charlatán, o como dicen aquí en Francia, perturbador de la clase.
Ser profesor es tratar muchas veces con padres responsables y comprensivos que te dan todo su apoyo a la hora de sacar adelante al alumno/hijo.
Ser profesor es trabajar «muy poco» en cuanto a jornada laboral, pero os aseguro que muchísimos de vosotros no aguantaríais una hora teniendo que adaptar vuestros conocimientos a una horda de adolescentes hormonados con ganas de hacer el tonto.
Ser profesor es estar supuestamente una hora con cada grupo, pero el trabajo que hay detrás relacionado con ese grupo…, os aseguro que muchas veces sobrepasa la jornada de 8 horas.
Ser profesor es verlos sentados e imaginar cómo y qué serán de mayores.
Ser profesor es desear día tras día que tengan éxito en su vida.
Ser profesor es querer sacar lo mejor de ellos mismos y esperar que todo lo que aprenden en clase les sirva en alguna situación en el futuro.
Ser profesor es querer darles las bases para que luego se puedan desenvolver en la vida, darles las bases para que nadie los engañe y puedan pensar con total autonomía y de manera clara, sin coacciones.
Ser profesor es mucho más que una profesión.
Ser profesor es ser persona
Intento traducir este poema de Janusz Korczak. «Usted dice: Cansa codearse con los niños. Usted tiene razón. Usted añade: Porque hay que agacharse, inclinarse, curvarse, hacerse pequeño. Llegados a este punto usted se equivoca. No es todo eso lo que más cansa, es el hecho de estar obligado a levantarse, de ponerse de puntillas hasta la altura de sus pensamientos para no herirlos.»
La Biblioteca Nacional de Francia, a partir de ahora BFN, es el lugar donde se encuentra custodiado y bien cuidado todo el patrimonio bibliográfico de la Galia.
François Mitterand, presidente de la República Francesa hace ya algunos cuantos años, pidió que se construyera un recinto donde albergar toda la riqueza bibliográfica del país de forma eficiente y segura. Como resultado de dicha petición, en 1998 se construye al lado del Parque de Bercy y de las orillas del Sena la BNF.
Se trata de una biblioteca super moderna ideada por el arquitecto Dominique Perrault. Sin embargo, no le fue fácil hacerse con la responsabilidad de diseñar semejante complejo, ya que tuvo que competir contra otros 244 arquitectos. Finalmente, como ya sabemos, el más atrayente fue el de Perrault.
La BNF se encuentra dispersa entre varios edificios de la villa de París, pero yo os estoy hablando del que alberga unos 13 millones de documentos, del que se compone de cuatro altas y robustas torres que simulan cuatro libros abiertos, del que cuyo centro es un bosquecito selvático precioso.
Podéis asomaros a este asombroso lugar en el distrito 13 de París, en la calle François-Mauriac. Y si queréis adentraros, se encuentra abierto de martes a sábado de 10h a 19h y los domingos de 13h a 19.
Yo todavía no he entrado, pero ya me he paseado varias veces por sus alrededores y es una zona muy bonita. Os dejo unas cuantas fotos que le hice. Espero que os gusten.