Creo que este gran clásico de la literatura universal se puede resumir en una palabra: resiliencia.
«La resiliencia o entereza es la capacidad para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos» reza la definición de este palabro tan de moda en nuestros días. El náufrago más conocido de la historia, nuestro Robinson Crusoe, supera toda una serie de dificultades haciendo que el lector participe de la experiencia vital de la mayor de las soledades.
Cuando a uno le hacen la típica pregunta de: ¿y tú qué llevarías a una isla desierta? Antes de responder yo recomendaría atender las reflexiones de Robinson, quien pasa por todas las etapas adaptativas en una situación tan devastadora y adversa.
Como lectores, vemos cómo se sobrepone a la ardua tarea del acopio de materiales, cómo se hace agricultor, cómo domestica los animales, como construye su casa y crea un hogar, cómo se refugia en Dios, cómo ansía la libertad a la par que teme salir de sus dominios… Una vez que aparecen otras personas, se le plantean dualidades ético-morales… La novela, más que ser de aventuras, es un diálogo interior donde el autocuidado y la constancia priman por encima de todas las cosas .
Y si yo tuviera que llevar algo a una isla desierta, sería el tenor y la constancia de este personaje para no abandonarse a sí mismo.
Se nos presenta a un joven Siddhartha lleno de inquietudes que quiere calmar a través de la adquisición de conocimiento. Aunque desde fuera se le vea perfecto y completamente encaminado a ser lo mejor de cada camino que tome, él es insaciable, siempre tiene sed y nunca está satisfecho con sus aprendizajes. En consecuencia, se dedicará a ahondar en las diferentes alternativas espirituales en las que se puede abrigar el ser humano.
Govinda será su fiel amigo y compañero de experiencias y permitirá que Siddhartha tenga unas conversaciones de alto trascendente intelectual. Podemos asociarlo a la etapa de la fase asceta, en la que se despersonaliza del yo y se abstrae de todo lo mundano. También me parece que Govinda puede ser la representación de la vida que hubiera llevado Siddhartha si no hubiera seguido los caminos que tomó.
Aparece Buda y su doctrina. Y le está bien empleado que Govinda se haga monje budista, porque siempre lo trata con soberbia, prepotencia, sorna y desdén. Así que ale, te quedas sin tu fiel amigo. Con todo, el budismo no le persuade como doctrina porque está convencido de que Buda no llegó a donde está gracias a las palabras de esa doctrina, sino a sus experiencias. Así que Siddhartha se dispone a seguir su camino para experimentar lo necesario para alcanzar el estado tan perfecto que rezuma Buda o Gothama.
Ay, amigo. En el camino le da por despertar y, antes, como samana, que de todo se quería desprender, ahora ve el mundo por primera vez. Y, tachán. Aparece el deseo sexual y ya Siddhartha más que un intelectual, pasa a ser un listillo.
Engatusa a Kamala, dadora de buenas conversaciones, para que le enseñe sobre el amor. No sabe este ni na. Pero ella también es lista, pues para que Siddhartha pueda estar con ella, tiene que llevarle regalos y tener dinero. Qué raro, una mujer representada como mito erótico al que solo le importa el dinero, la clase social y las cosas materiales… A pesar de que el estereotipo ahí está, se acaba viendo que Kamala es más que eso, menos mal. En consecuencia, Siddhartha se vuelve mercader aunque no le llene para nada la actividad. Y, finalmente, después de aprender el arte del amor, se da cuenta de que esa vida tampoco es para él.
Y llegados a este punto me siento súper identificada con él después de todo lo que me ha hecho reír. Y es que lo que hace y lo que piensa no son congruentes. Por eso se siente mal e insatisfecho. No sé si es por el momento en que me ha tocado leerlo, pero me hacen mucha gracia sus coqueteos con diferentes doctrinas y cómo lo va narrando. Al mismo tiempo que me hace pensar y dar vueltas a la cabeza. Pero no puedo evitar encontrarle el lado cómico.
Alcohólico, ludópata, mujeriego, pagado de sí mismo… Siddhartha opta por el suicidio. Tan ruin se ha visto al elegir este camino, que vuelve a renacer. Y se hace amigo del río y de un barquero que en su día lo trató bien.
Como barquero y, a diferencia de cuando aprendió a ser mercader, todas las labores que rodean esta profesión le agradan al estar siempre en contacto con el río.
Y ya está él bastante sereno al anular lo que es el tiempo y solo dejar que exista el presente, que aparece Kamala. Esta muere en sus brazos y le deja ahí a su hijo del mismo nombre, Siddhartha junior. Un niño ingrato, desagradecido, caprichoso, encabronado, que se enfrenta a él todos los días y acaba escapando de Siddhartha padre de una manera muy fea.
A mí me da la risa porque a este hombre le pasa absolutamente de todo y, quitando la poca dignidad con que llevó su vida de entrega a los placeres mundanos, el resto se lo toma con mucha filosofía y tal como viene.
Finalmente, lo que importa es el amor y el respeto por todas las cosas que hay en el mundo. Siendo un joven Siddhartha muy diferente al viejo sabio en que se acaba convirtiendo, la evolución del protagonista es Interesante.
Voy a tener que leer este libro más veces. Me ha tocado en un momento en que me lo he tomado a risa y con mucha ironía. Supongo que en otra etapa de mi vida obtendré unos aprendizajes diferentes a los que ahora me llevo, que son unos cuantos.
La historia parte de la discusión que mantiene un grupo de personas acerca de la infidelidad de una mujer. Todos opinan y juzgan bajo el sesgo de las relaciones monógamas de la cultura judeocristiana.
Esto da pie a que uno de los intervinientes defienda la libertad que tiene cada uno de hacer lo que quiera con su vida privada, amorosa o sexual. A raíz de esta defensa, una mujer se confiesa ante este interviniente contándole haber pasado una noche con un desconocido ludópata desde el pudor, el asco, la culpa, la vergüenza, el deshonor… Y todos los atributos malos aplicados a las pasiones humanas. Como si para disfrutar de la sexualidad tuviera que tener una excusa y no nacer del mero hecho del deseo, del goce y del disfrute sin culpabilidad alguna.
La verdad que Zweig consigue transmitir más en las descripciones que en los propios hechos que narra y, salvando ese logro en la escritura, lo que es el contenido lleno de misoginia, argumentos anticuados que no se sostienen, casposidad, heteropatriarcado, excusas que no se las creen ni varios de los personajes… En cuanto a valores deja mucho que desear la obra. A mi gusto, es un libro cuyo contenido envejeció fatal en la sociedad en la que nos encontramos.
Los epítetos aplicados al rey castellano Pedro I son argumentados de forma muy amena por los Escolar. Se basan en la crónica de Pérez de Ayala para dar, o no, razón a ese Cruel o Justiciero que acompaña al monarca por más de seiscientos años. Se intenta tomar la historia desde el punto de vista más objetivo posible y, si esto es difícil de llevar a cabo, al menos hacen que te cuestiones muchos hechos que hasta ahora se daban por sentados y por ciertos.
Frívolo, superficial. Problemas primermundistas. Los personajes totalmente planos. El malo es malo, la guapa es guapa, la tímida es tímida, el cobarde es cobarde… Salvo la protagonista, en Joséphine sí que se ve un desarrollo de su personalidad a medida que va salvando las diferentes adversidades que se le presentan. Situaciones muy previsibles y poco originales. Sin embargo, engancha. La lectura te permite enfrascarte en la historia y seguir el hilo con ganas.
Aleix Saló explica de forma muy clara las batallas dialécticas entre las diferentes facciones políticas que tenemos en España en este momento. Las ilustraciones terminan por culminar la narración sobre la evolución de la derecha política en nuestro país. Lo que más me gustó fueron las últimas hojas, en las que explica la necesidad de autodeterminarnos como un grupo identitario contándonos todo el proceso que hemos seguido como seres humanos a lo largo de la historia.
Es increíble cómo ya el título y la primera frase te hablan de que un personaje muere. Crónica de una muerte anunciada. Y lo va recordando a lo largo de todo el libro mientras narra cómo se vivió entre los vecinos el asesinato. Aún a sabiendas de que está muerto, de que el final ya lo sabemos, uno tiene curiosidad por saber cómo se llegó a ese final. No tiene ninguna tacha el realismo mágico de García Márquez, domina el tiempo cíclico y te sientes cómodo leyéndolo.
En cuanto al valor del contenido, muy alto. Se puede considerar la primera manifestación del periodismo tal y como lo conocemos hoy en día. En el sentido en que un hombre intenta contar objetivamente la realidad de su tiempo y hacer llegar los acontecimientos de sus contemporáneos intentando evitar todo sesgo. Obviamente no lo consigue y cae en muchos juicios de valor, sin embargo, el afán de contar la historia de la peste en la ciudad de Londres como un hecho real, le da mucho mérito a Defoe, pues no se había realizado este tipo de escritura con anterioridad.
Desde el centro comercial de Parque Pri =), Parque Principado impulsó a primeros de abril una iniciativa con la que recaudar dinero en favor del Programa Cruz Roja Responde y así tener más maniobra de actuación en esta crisis sanitaria. Los relatos enviados serían publicados en un libro digital el Día del Libro.
La temática de los microrrelatos debía de ser «Lo que aprendí esta cuarentena» y estos no habían de exceder las 100 palabras. Al igual que yo, participaron personas de todas las edades y de todas las provincias, poniendo cada uno de nosotros nuestro granito de arena. Cada microrrelato equivalía a 1€, siendo recaudados 381€ más los 1.000€ de base de la propia donación.
En la siguiente foto os dejo el mío. La mayoría de la gente ve amor en él. Yo en lo que había pensado era en las diferentes formas de aprender a decir adiós que estamos viviendo durante este confinamiento por el coronavirus. Es decir, en la muerte. Me gustaría que cuando lo leyerais, me contarais qué os dice a vosotros este microrrelato en los comentarios.
Escribe una carta a tu miedo es el tema y el formato que propuso Patri a través de su web Psicuriosa para poder ganar un ejemplar de su guía para mejorar la autoestimaQuiérete bien.
Me decidí a participar y unos días después recibía el correo en el que se me hacía saber que había sido la ganadora con mi escrito.
Os cuento un poquito el contacto entre Psicuriosa y Tablaturas de mis pasos.
Cuando estaba viviendo en un pueblecito de París, Patricia y yo entramos en contacto a través de Instagram. Yo soy anti nuevas amistades en las redes y, la verdad, que me resulta muy curioso haber establecido algún que otro vínculo online. Supongo que aquí entra muy bien el dicho de no escupas pa arriba. Pero esta vez con un resultado muy positivo.
Al llevar ya varios años siguiéndonos, he visto cómo Patricia se estuvo sacando el carrerón de Psicología, cómo hizo sus prácticas y cómo le está dando ahora caña al máster. Todo ello combinado con una actividad en redes llena de contenido de calidad en su materia: la psicología.
Quienes te seguimos estamos viendo cómo tu constancia y tu sacrificio diarios están haciendo de ti una profesional de los pies a la cabeza. Así que sigue así, con todas las rectificaciones que tengas que hacer, porque es el buen camino. El camino de la constancia, la autoevaluación y el buscar las maneras de poder seguir avanzando.
Respecto al texto que escribí para participar en el concurso propuesto por Psicuriosa, pues qué decir. Que me da bastante vergüenza. El blog y las redes las tengo enfocadas a los lugares que he conocido y, si bien es cierto que alguna vez puedo poner alguna reflexión personal, nunca me he atrevido a mostrar este otro tipo de escritos que ando creando sin pantallas de por medio. Muchas veces son demasiado íntimos y es una forma de expresar lo que llevo dentro. Obviamente hay algunos que son un desastre y otros que son medianamente curiosos, con todo, el haber participado en este concurso ha sido una experiencia a la hora de mostrar públicamente la otra cara de mis textos.
Si queréis acceder al escrito, lo tenéis en el blog de Psicuriosa pinchando aquí y también os dejo más abajo esa carta a mi miedo.
No quiero que se me olvide nunca tu olor.
Ni que me falte tu risa desordenada.
Ni que se acabe el azul de tus ojos en mi recuerdo.
Quiero fotografiar cada instante, cada imagen, cada gesto.
Y me quedo en el quiero y no puedo.
Porque, extrañamente, pesa más la emoción que me creas.
Y eso es lo que me queda grabado.
La sensación cálida de tu abrazo.
La emoción y el temblar de un beso.
El placer de verte disfrutar y compartir.
La capacidad de sacarme una sonrisa en todo momento.
El sonido de tu voz o de tus gruñidos. Eso sí que lo puedo evocar con facilidad y con una gran sonrisa.
Que no se nos olvide que nos revivimos por dentro.
Que de una casualidad surgieron mil momentos de los cuales alimentarse en esto del vivir.
Y que no hay que arrepentirse de nada, pues vivir del recuerdo de algo bueno, es menos que quedarse con nada.
El miedo a perderte va a estar ahí, pero hagámoslo a un lado siempre que podamos.