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Los Jardines de Luxemburgo y Rubens de regalo

  • Pasear por los Jardines de Luxemburgo.
  • Flâner por sus grandes calzadas de arena.
  • Disfrutar de su cuidada vegetación.
  • Tomar una pausa en sus ya míticas sillas verdes.
  • Observar tranquilamente cómo los niños juegan con unos barquitos en el estanque de los patos.
  • Contemplar la punta de la Torre Eiffel al atardecer.
  • Buscar el mejor ángulo para sacar el encanto de la Fuente de los Médici.

Y así podría seguir un montón de líneas más. Los Jardines de Luxemburgo me encantan y fueron el último sitio del que me despedí en París. Sí. Al no saber cuándo iba a volver a la Ciudad de las Luces, mi último día allí lo dediqué a ir lugar por lugar despidiéndome cual si de conocidos se tratase.

Hicieron falta cuatro años para volver y todo aquello seguía igual de encantador. Así que vamos a ver qué secretos encierran estos jardines.

María de Médici anhelaba Florencia con todo su corazón. Una vez que fallece su marido, el rey Enrique IV, María ve que no termina de adaptarse al Louvre, así que quiere estar en un lugar que le recuerde a su querida Toscana.

Para cumplir con sus anhelos, adquiere en 1612 el palacio que hay en estos jardines al duque de Luxemburgo y, entre 1615 y 1630, Salomon de Brosse se encarga de adecentarlo al gusto de la reina. Para ello, se inspirará en el palacio Pitti de Florencia.

Una vez que la Revolución se adueñó de Francia, el palacio de Luxemburgo cambió su uso real para ser prisión estatal. Volvió a cambiar el uso en tiempos de Napoleón, quien lo convirtió en sede del Senado.

Si damos un paseo por los jardines, además de las fotogénicas sillas verdes, encontramos en nuestro recorrido preciosas esculturas, bosquecillos llenos de color, zonas lúdicas y bonitas fuentes.

Las esculturas aúnan a las reinas de Francia y también a varias mujeres ilustres.

Y, para mí, la fuente más maravillosa es la Fontaine de Médici. En ella está representado el conjunto escultórico del mito de Polifemo y Galatea.

La fábula nos cuenta cómo el cíclope se enamora de la nereida Galatea, a quien acaba sorprendiendo con el bello Acis. Polifemo lo aplasta con una piedra y la sangre de Acis es convertida en río por favor de los dioses a Galatea.

Al margen de los dramones griegos, estos jardines son un remanso de paz en el ajetreado París.

En su día, accedí al interior de este lujoso palacio y tuve la oportunidad de ver la exposición temporal del gran Rubens, llamada Rubens, portraits princiers (retratos principescos).

Rubens es llamado el Homero de la pintura y no es para menos. Artista barroco cuyo pincel dibuja carne, abundancia y sensualidad.

Desde 1621 trabajó bajo mandato de la citada María de Médici y trató en su pintura temas mitológicos, históricos, religiosos, retratos, escenas de caza…

Me hipermegaultra flipó ver en persona uno de los retratos más famosos del emperador Carlos V. Así, como dato al aire, uno de los discípulos e integrantes del taller de Rubens fue Van Dyck. Son numerosas las obras en las que no se averiguan cuáles son las pinceladas de aprendiz y maestro, véase el caso del retrato de mi admirado emperador.

Rubens también retrata a Hasburgos, Austrias o Borbones porque, entre sus muchos lugares de trabajo, fue enviado a trabajar a la corte real de Madrid.

El famoso retrato ecuestre de Felipe IV esconde una curiosa historia. Llega a nuestros días a través de la fina mano de Velázquez porque esta conocida obra de Rubens fue destruida.

Tras su estancia de ocho meses en España, no ha de sorprendernos tanto que la colección más completa atribuida a este genio del pincel se encuentre en el Museo del Prado de Madrid.

Así que a estas alturas, sólo me queda recomendaros ir al Museo del Prado, que os deis un paseo por sus geniales salas y que aprovechéis un vuelo directo MDR-PAR para seguir con el paseo, pero en este caso por los Jardines de Luxemburgo.

Le Consulat de París

Vamos a dar un paseo por uno de los barrios más emblemáticos de París, hoy nos vamos a Montmartre. Concretamente, vamos a pararnos en una fachada muy chula, la del Consulat.

En el XVIII arrondissement tenemos uno de los restaurantes más icónicos de París y gran parte de su fama se debe a que artistas como Van Gogh, Monet o Picasso disfrutaron del lugar junto a un café, una buena conversación y quién sabe si pensando la idea para alguna que otra creación.

Gracias a esta pequeña historia que une este pequeño edificio a los más grandes pintores del XIX, podemos asegurar que Le Consulat es uno de los restaurantes más fotografiados de París.

Y a ti, si te dieran a elegir, ¿con quién preferirías tomar un café? ¿Con Van Gogh, con Monet, con Picasso, con Toulouse-Lautrec o con Lisley?
Sorpréndeme con tu respuesta que te leo en los comentarios.

Para Marta en el día de su cumpleaños, muijijijijiji

Mi primer rotulador. Van Gogh

Sólo puedo decir que disfruté muchísimo llenando este folio de color. Así que con la excusa de haber hecho La noche estrellada a rotulador, os voy a hablar un poco de Van Gogh y de sus pinturas.

Este artista postimpresionista vivía de las ayudas que le proporcionaba su hermano. Fue un hombre con mucha desdicha en su vida y sentía que en ningún sitio encajaba ni lo querían.

Vincent sueña con crear una comunidad de artistas y vive un tiempo con Gauguin, pero la convivencia se vuelve muy difícil. Vincent Van Gogh sufría algún trastorno mental y en una de sus crisis siguió a Gauguin con una cuchilla para acabar autolesionándose.

El colmo entre ambos fue este episodio en que Van Gogh se corta la oreja, el cual es el más conocido de la vida de Van Gogh. Tras autolesionarse, va a un prostíbulo a entregarle la oreja a una mujer.

Como era de esperar, Gauguin se va del lugar. Ya llevaba tiempo queriendo huir. Van Gogh, viendo la gravedad del asunto, decide ingresar de manera voluntaria en un manicomio llamado Saint Paul de Mausole. De esta manera su proyecto de crear una comunidad de artistas queda más que abortado.

Durante su estancia como interno en Saint-Rémy-de-Provence se centra en representar tal y como él los aprecia unos cipreses que ve desde su cuarto. Por ello creará múltiples cuadros donde los dos cipreses tienen su lugar en la composición, como es el de La noche estrellada.

Antes de ingresar en el manicomio, Van Gogh había vivido en Arles. Allí se mudó tras su estancia parisina. El crudo invierno de París le hace buscar un clima más afable y un paisaje más colorido en la costa mediterránea.

Aunque la etapa parisina fue breve, de dos años, os dejo dos cuadros suyos que vi expuestos en París. La bonne franquette y El padre Tanguy.

La bonne franquette en el Musée d’Orsay

El padre Tanguy instaló una pequeña galería de arte que pasó desapercibida. Allí expusieron nada más y nada menos que Van Gogh, Seurat, Gauguin y Cézanne. El arte moderno reunía a los cuatro artistas precursores del siglo XX en el espacio proporcionado por el padre Tanguy.

El padre Tanguy retratado por Van Gogh en el Musée de l’Orangerie

Volvamos a Arles. Allí dibuja sus famosos Girasoles, con los cuales quería impresionar a Gauguin. En esta etapa pictórica decide centrar la atención sobre el objeto que quiere representar. Por ello muchos de sus cuadros se verán protagonizados por objetos.

En Arles también dibujará su famoso Café nocturno, Autorretrato con la oreja vendada y caballete o La sala de baile en Arles.

Gran parte de la vida de Van Gogh la conocemos gracias a la correspondencia que mantenía con su hermano Theodorus Van Gogh. A él se lo contaba todo. Desde el proceso de creación de sus cuadros, lo que significaban para él, hasta sus sentimientos más íntimos.

En mi cuadro del café nocturno he tratado de expresar que el café es un sitio donde uno puede arruinarse, volverse loco y cometer crímenes. Mediante la contraposición de un rosa pálido, un rojo sangre y un rojo vino, y de un suave verde veronés y un Luis XV en abierto contraste con los tonos amarillo-verdosos y los duros verdes-azulados – todo ello en la atmósfera infernal de un horno al rojo vivo y de un pálido amarillo de azufre – he querido transmitir el sombrío poder de una taberna.

Van gogh, correspondencia

En Arles será donde los vecinos pidan públicamente que Van Gogh fuera internado, por eso va voluntariamente, o bajo presión pública, según se quiera ver, al manicomio de Saint-Rémy-en-Provence.

En el manicomio lo estaba pasando mal y podemos apreciar cómo su paleta de colores se apaga en su Autorretrato.

Por miedo a los demás internos, Van Gogh no sale de su cuarto en una temporada, lo que da lugar a La habitación de Van Gogh o Dormitorio en Arles.

En este manicomio los internos estaban dejados de la mano de dios y no recibían cuidados, así que, tras un año de estancia, decide viajar al norte para que le trate su enfermedad un buen médico.

Van Gogh recala en Auvers-Sur-Oise y aquí pasará sus últimas semanas hasta su muerte por un disparo. Eso sí, no perdió el tiempo, pues intentó crear unos 100 cuadros, entre ellos La iglesia de Auvers-sur-Oise o Las cabañas de Cordeville.

Hay especulaciones acerca de la enfermedad mental que sufría Vincent Van Gogh: psicosis, epilepsia, trastorno bipolar… Lo que sí que sabemos a ciencia cierta es que fue un artista de los pies a la cabeza y que sus obras son extraordinarias.

No estuve delante de su Noche estrellada a pesar de haberla dibujado, sin embargo, sí que estuve flipando viendo su Noche estrellada sobre el Ródano en el Musée d’Orsay de París.

Y ya para terminar, os hago la pregunta de rigor. ¿Cuál es la Noche estrellada de Van Gogh y cuál es la mía? ¿La de la izquierda o la de la derecha?

La importancia del espejo

El mes de noviembre es un mes terrorífico. Ya no solo por el tema de Halloween, Todos los Santos, Día de Muertos, llegada del frío y menos horas de luz con el cambio de hora… Consecuencia: facturas de electricidad y gas que suben proporcionalmente a cómo baja el dinero de la cuenta.

Como ya nos queda claro que noviembre no es el mes de la alegría, vamos a llenarlo de luz al ser el cumpleaños de Rubén. Y para traer la luz vamos a hablar de espejos.

Como todos sabemos, y quien no lo sepa ahora ya lo sabe, los egipcios de la Antigüedad no tenían electricidad. Hasta aquí todo correcto.

Imagen de Mailxmail donde se muestra cómo «rebota» la luz en los espejos para alumbrar los interiores

Una de las civilizaciones más inteligentes de la historia tenía que hacerse de notar y, para paliar las largas horas de oscuridad, utilizaban un sistema de espejos.

Este sistema consistía en colocar una serie de espejos de tal manera que la luz incidiera en uno de ellos y que se fuera reflejando de uno a otro, pudiendo así iluminar grandes salas gracias a la capacidad reflectante de los espejos. De esta manera se hacía más fácil trasnochar.

Hablando de trasnochar…

Quienes eran unos grandes trasnochadores eran los romanos, conocidos por sus bacanales o, dicho de otra manera, por sus grandes fiestas llenas de zumo de uva y de cebada. Pero a los romanos se les acaba pronto la fiesta por culpa de unos espejos griegos.

Arquímedes era griego y cuentan las habladurías que le da por hacer un uso bélico de los espejos. Ya que estamos en fechas en las que el terror está de moda, se puede decir que Arquímedes sembró el pánico entre los romanos utilizando contra ellos los llamados espejos ustorios.

Supuestamente (habría que demostrarlo), Arquímedes hundió navíos romanos porque usó los espejos ustorios para quemar las naves del general Marcelo.

Realidad o ficción, viendo que el invierno se avecina con todos los precios por las nubes, no sé si tendremos que recurrir al método de espejos egipcio para ahorrar en luz y el de Arquímedes para ahorrar en calefacción… Todo es ponerse.

En nuestra cultura popular hay un cuento que tiene un personaje conocido por todos. Si estamos hablando de espejos… ¿Quién será? ¡Pues claro! El Espejito Mágico de Blancanieves. Capaz de hablar y de saber quién es la dama más bella del reino, además de predecir el futuro.

Imagen de Trome

Supongo que sin falta de Espejo Mágico sabemos que este invierno gran parte del sueldo se irá para las facturas o para pijamas de pelito hechos con peluches taxidermizados.

Espejito, espejito
¿quién es la más bella del reino?

Llegados a este punto, yo tenía que hacer un pequeño homenaje al espejo del cuarto de baño. Todo lo que tiene que aguantar y lo poco que lo valoramos. Eso sí, llega un espejo que habla y ya perdemos todos la cabeza dejando de lado al del baño. Con todo lo que aguanta:

  • Escucharte cantar en la ducha.
  • Salpicaduras de pasta de dientes.
  • Verte en pelotas.
  • Soportar que te urgues la cara.
  • Aguantar el intento de peinarte todas las mañanas.
  • Olor a caca.
  • Quitarte pelos.
  • ETC…

Por favor, valoremos más el espejo del cuarto de baño, es todo un superviviente.

Ni tan mágicos, ni tan íntimos son los espejos que podemos encontrar en el Palacio de Versalles.

Entrada al Palacio de Versalles

Os quiero traer la Galería de los Espejos, la cual forma parte de un grupo de salas que ensalzan las victorias tanto políticas como militares de Luis XIV. En total, son tres partes, la citada Galería de los Espejos, el Salón de la Guerra y el Salón de la Paz.

En 1678 Hardouin-Mansart presenta el proyecto de esta galería para que se lo validen y que se pueda comenzar con su construcción. Este lugar supone el paso anterior a las grandes habitaciones del rey. Como se encontraba en el recorrido matutino de las habitaciones de Su Majestad a la capilla, los cortesanos lo esperaban en la Galería de los Espejos y aprovechaban su paso para solicitarle algún que otro favor.

Además, cuando se esperaba algún acto de gran importancia, tipo el recibimiento de alguna embajada, Luis XIV mandaba mover su trono de plata de su lugar habitual, el Salón de Apolo, y lo hacía instalar en la Galería de los Espejos.

¿Os imagináis totalmente rodeados de espejos y bailando los temas del momento?

No, no te me vayas al gimnasio con música chunda-chunda. Estos espejos también fueron testigos de grandes fiestas como lo eran los bailes de gala y de disfraces, también allí se celebraban las bodas de los príncipes.

Como se puede apreciar, cuando estuve en el Palacio de Versalles no pude sacar ni una foto buena en el modo guiri.

Espejos mágicos, bailes de ensueño, conciertos en la ducha o vino y cerveza a raudales son hechos que hacen de los espejos un elemento altamente interesante ya no sólo en nuestro día a día, sino en nuestra historia.

Espero que la luz de los espejos ilumine tu noviembre y que tu patosidad no rompa ninguno y traiga siete años de mala suerte.

Imagen de Infobae

Y tú, ¿qué espejos famosos conoces?

El péndulo de Foucault

Todos los 18 de marzo, desde que mi memoria me lo permite, el día ha de tener su dosis de ciencia, conocimiento, cariño y afán de compartir lo mejor de cada uno.

El Museo de las Ciencias Príncipe Felipe nos da la siguiente descripción del objeto del que vamos a hablar en este día tan especial de cumpleaños: el péndulo de Foucault. «Un gran péndulo de Foucault de 30 metros de longitud y cuya masa es de 130 kilos sirve para comprobar el giro de la Tierra sobre su eje. El plano de oscilación del péndulo permanece invariable y, mientras tanto, el suelo gira debajo de él.«

¿Cómo llega Foucault a hacer su descubrimiento en el que demuestra empíricamente la rotación del planeta Tierra?

Pues experimentando y jugando, que es como yo me imagino a todos los descubridores. Si no, que alguien me explique qué hacía Newton debajo de un árbol viendo caer manzanas o Colón encabezando tres embarcaciones por el océano…

Foucault colocó un pendulillo en una plataforma que giraba y se percató de que, tanto la base como el péndulo, se mantenían en su giro. Fue probando con más péndulos de diferentes tamaños y decidió enseñar sus conjeturas a sus amigos en el Observatorio de París. En consecuencia de esta puesta en escena, Napoleón Bonaparte le pidió que hiciera una demostración pública en el Panteón de París un 26 de marzo de 1851. (Si es que todo lo bueno ocurre en marzo).

Me encanta el slogan que utilizaron para atraer a las masas a amigarse con la ciencia:

“Vous êtes invités à venir voir tourner la Terre…”
Están ustedes invitados a ver girar la Tierra…

Pues vamos a aprovechar esta preciosa invitación para contemplar este famoso péndulo, el cual estuvo a caballo entre el Pantheón de Paris y el Musée des Arts et Métiers. En el museo, el cable del péndulo original se rompió y una copia del mismo estuvo en el Pantheón hasta que este comenzó con sus obras. A pesar de la momentánea desaparición, nosotros tuvimos la oportunidad de verlo una vez repuesto y sacarnos una foto con él.

El cumpleañero en el Musée des Arts et Métiers de Paris con el péndulo de Foucault.

Os dejo a continuación una foto del Pantheón de París para que veáis el edificio tan monumental que eligió Napoleón para que Foucault mostrara su descubrimiento. Allí también pudimos ver este péndulo pero no le sacamos foto.

Por el mundo hay diversos péndulos de Foucault, de hecho, en España, entre los muchos que hay, uno de los más antiguos se encuentra en La Coruña. Nosotros tuvimos la oportunidad de ver uno en Valencia, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias y, aunque no le sacamos foto, todo lo que se ve, se siente y se descubre en un viaje no tiene por qué estar guardado en un carrete. Con tenerlo nosotros en la memoria con buen sabor de boca, más que suficiente.

El cumpleañero en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia (sin péndulo).

Michu, gracias por hacer de los viajes y de la ciencia experiencias que nos hacen a los dos más grandes y que nos siguen llenando al recordar nuestros periplos por el mundo. Muchísimas felicidades.

Sinking House de París

Hay quien, a la hora de visitar una ciudad, le gusta captar con su cámara todo aquello que le sorprende. Desde las fotos más clásicas a las más elaboradas, en el mundo de las redes encontramos toda una serie de ideas para jugar con las perspectivas y no tener nuestros recuerdos en los encuadres de siempre.

Este sería el encuadre tradicional del edificio que os quiero mostrar

Ejemplo de ello es la fotografía de la publicación de hoy. En el 18e arrondissement parisino, tenemos un edificio en Montmartre, que hace las delicias de los fotógrafos intrépidos. Algunos lo llaman la Sinking House o Casa Inclinada, la cual no hay que confundir con la Maison Fond. Así que la Torre de Pisa no tiene la patente de edificios inclinados en Europa.

Aquí ya tendríamos el edificio un poco inclinado

Para que parezca que el edificio resurge de la tierra, se juega con la perspectiva del suelo en pendiente. La verdad que es un edificio que pasa un poco desapercibido con la monumentalidad de la Basílica del Sagrado Corazón justo al lado, pero ello no quita que, quien se fije en él, lo pueda disfrutar en medio del barrio de Montmartre.

Sacré Coeur de París

Las ilusiones ópticas son todo un mundo por descubrir. Además, yo tuve la gran suerte de tener la naturaleza de mi lado y de hacer, de esta foto tan típica, una captura única, pues las palomas se hicieron mis amigas y se pusieron de mi parte.

Mi captura única, con las palomas libres

Espero que os guste tanto como a mí.

¿Vosotros también tenéis fotos jugando con la perspectiva?
¿Me contáis dónde las hicisteis?

El Vizir, caballo de Napoleón

Diferentes son los nombres de los caballos históricos que han llegado hasta nuestros días. Unos ficticios y otros no tanto, a todos nos suenan Atila, Rocinante, el caballo de Troya, Babieca, Pegaso, Spirit, Perdigón, Sombragrís

Entre tanto nombre pesado, vamos a decantarnos por El Vizir, uno de los 129 caballos de Napoleón.

Fue regalado en 1802 por un sultán otomano a Bonaparte, combatió junto al Emperador en las batallas de Jena y de Eylau, estando a su lado durante doce años. De hecho, poco le quedó para participar en la batalla de Waterloo, sin embargo, fue retirado poco antes, siendo el único caballo que dejaron llevar a Napoleón en su exilio a la Isla de Elba.

Este fiel compañero blanco alazán (Napoleón sólo adquiría caballos grises, bayos y alazanes) muere en 1826 con la buena edad de 33 años. Al tenerlo en tanta estima, el trabajador en los establos Leon de Chanlaire manda conservar su piel y la hace enviar a Inglaterra con el fin de protegerla de los futuros regímenes.

En 1868 la piel del caballo vuelve a territorio francés, siendo conservada durante una temporada en el Louvre y, ya a partir de 1905, queda expuesta en el Museo de la Armada, estando así más cerca de los restos de su compañero de batalla y aventuras Napoleón.

Imagen totalmente fidedigna de Napoleón coronando a su emperatriz

En este museo fue donde yo lo vi y os hablo de las diferentes partes del complejo del Ejército en la publicación Museo de la Armada y de los Planos y Relieves.

Espero que os haya gustado la lectura.
¡Hasta la próxima!

Fuentes Wallace

Por las calles de París puedes encontrar toda una suerte de fuentes entre las que están aquellas a las que dedico la publicación de hoy: las Fontaines Wallace.

Son instaladas en París en 1870 como puntos de agua públicos y potables. Aunque parezca que portan el nombre de su creador, no es así. Las diseña Charles Auguste Lebourg y es Richard Wallace quien financia su construcción.

Wallace fue un filántropo con fortuna que decidió invertir su dinero en diversas actuaciones que facilitaran la dura vida de los habitantes de París del siglo XIX. Una de esas obras fue la instalación de diversos puntos de agua en la ciudad porque había subido el precio de la misma y las clases más desfavorecidas no tenían acceso a este recurso tan básico.

Una obra de tal envergadura había de jugar bien con los costos, así que se optó por el hierro fundido por su bajo precio, además de su buena resistencia y mantenimiento. Su color es el verde oscuro porque el mobiliario urbano de la época era de este tono, de forma que se integraba lo mejor posible en el entorno, sin embargo, desde 2011, podemos encontrar diferentes fuentes Wallace en rosa, amarillo y rojo.

La más común de estas fuentes es la que porta las cariátides en color verde. La Bondad, la Simplicidad, la Caridad y la Sobriedad, quienes se van correspondiendo con cada estación del año. Con todo, todavía podemos encontrar dos resquicios de fuentes que no tienen cariátides, sino columnas. Una de ellas se encuentra en la rue Rémusat y, la otra, en la avenue des Ternes.

Las fuentes Wallace no sólo se encuentran en París, sino que también las podemos encontrar en las calles de Londres, Río de Janeiro, Zurich, Montevideo, Burscheid, Nueva Orleans y sí, también en España (San Sebastián, Ferrol y Barcelona).

Si tú también has tenido la oportunidad de ver alguna de estas fuentes, dime en los comentarios en qué ciudad fue.

Museo de la Armada y de los Planos y Relieves

Un 3 de noviembre de 2018 estaba yo en modo guiri por el mundo, concretamente, visitando el Musée de l’Armée y el de los Planos y Relieves en París. Además, este complejo también alberga el Hôtel National des Invalides, la Iglesia del Dôme y la de Saint Louis des Invalides, los cuales tuve la oportunidad de visitar en otras ocasiones. Es demasiado grande para verlo todo en un solo día.

Ya los alrededores son imponentes. La gran Esplanade des Invalides se extiende desde el puente de Alexandre III hasta que la vista alcanza al fondo la cúpula dorada de su iglesia. Una vez que estamos más cerquita, señala al cielo una hilera de cañones que te dan la bienvenida al recinto.

El Hôtel des Invalides o Los Inválidos en su origen fue un palacio del XVII que tenía por objetivo alojar a los soldados heridos o ya retirados como forma de agradecerles el servicio prestado a la monarquía de Louis XIV. De hecho, hoy en día los soldados mutilados o jubilados pueden seguir aprovechando este espacio.

La Iglesia del Dômo es aquella que tiene una cúpula dorada que destaca sobre todo el conjunto arquitectónico. Ésta fue recubierta hasta cinco veces de oro (igual por eso brilla tanto, ja, ja, ja). De los que se encuentran allí enterrados el más famoso es Napoleón, cuya tumba es un sarcófago gigante de cuarzo rojo rodeado por una cripta circular donde se narra, en los diferentes relieves, historias de este famoso emperador. Aunque como todos sabemos, París no fue siempre el lugar de descanso de Napoleón, sino que sus restos fueron traídos desde la Isla de Santa Helena, ya que murió en el exilio. Algo que me sorprendió muchísimo fue que, nada más entrar, a la derecha, se encuentra la tumba de José I Bonaparte, nuestro Pepe Botella. Y yo no sé si es que no lo esperaba encontrar ahí o qué, pero quedé flipando muy mucho al encontrar al poco querido rey de España.

Aprovechando que estamos hablando de muertos famosos, el hijo de Napoleón también se encuentra en este mausoleo, pues el mismísimo Hitler lo cesó al gobierno colaboracionista de Vichy, o los relevantes mariscales Lyautey, Foch y Leclerc.

En la Iglesia de Saint Louis des Invalides o la de los Soldados estuve mucho tiempo intentando saber cómo entrar en ella. Me llamaba mucho la atención ver desde fuera tal profusión de banderas ocupando todo aquel espacio. Al final me enteré de que está decorada con un centenar de trofeos de guerra arrebatados al enemigo, evocando hechos de la historia del ejército francés desde 1805 hasta el siglo XX.

Este lugar presenta dos iglesias porque el monarca quería un espacio de oración para sí y otro para los soldados, no se quería mezclar con ellos. Finalmente, los arquitectos discurren hacer dos iglesias, una a continuación de la otra, pero con las estancias diferenciadas. Como se suele decir, juntos pero no revueltos.

El Musée de l’Armée o Museo de la Armada es inmenso. En él se puede encontrar toda suerte de armaduras tanto de soldados como de caballerías, una variedad infinita de uniformes militares, medios de transporte del ejército, monedas, medallas, trofeos, fotografías, útiles médicos… y un largo etcétera. Entre las cosas que más me llamaron la atención de la exposición fue el cuerpo del Vizir, el caballo más querido de Napoleón. Ahí está bien enterito to disecao.

Una de las veces que fui, en el gran patio que tiene en su centro, llamado La Cour d’Honneur o el Patio del Honor, estaban celebrando un funeral. La verdad que te dejaba con los pelos de punta aquella solemnidad en aquel espacio tan importante a la par que imponente.

Respecto al Museo de los Planos y Relieves se encuentra en una sala muy oscura del último piso. En esa oscuridad te vas abriendo paso entre un conjunto de maquetas y de planos impresionantes que representan una serie de lugares emblemáticos de Francia, en concreto ciudades fortificadas y su campiña circundante. En su día servían a los estrategas para organizar sus misiones, además de que eran un símbolo de prestigio para los jefes de estado que los poseían. Eran objetos muy valiosos en todos los sentidos. A mí me encantó ver el Mont Saint Michel, ya que en su día tuve la oportunidad de recorrer sus calles.

Por último, voy a cerrar esta publicación sacando una sonrisa al cumpleañero de hoy, a quien tengo la suerte de poder compartir el reír cual elefantes en una cacharrería.

Muchas felicidades, Rubén

La tumba de Oscar Wilde

Voy a hacer lo propio después de haber leído De profundis y El retrato de Dorian Gray: hablar un poquito de la tumba del escritor Oscar Wilde, pues tuve la ocasión de conocer este lugar en París.

Primero, quiero apuntar que el lugar inicial donde fue enterrado estaba en el Cementerio de Bagneux, sin embargo, su amigo Robert Ross logra saldar las deudas de Wilde y le consigue un lecho en el Cementerio du Père Lachaise.

La «lápida» de Wilde llama la atención por su tamaño y su forma. Cuando damos con ella entre los diferentes paseos del cementerio, nos encontramos con un gran bloque de piedra de 20 toneladas de peso. Esta escultura es obra de Jacob Epstein y representa una esfinge con las alas abiertas. Probablemente el artista se inspirara en el poema «La esfinge» del dramaturgo irlandés.

Entre los datos curiosos relacionados con esta sepultura tenemos que los funcionarios parisinos consideraban ofensiva la lápida por el desnudo de la esfinge y el desproporcionado tamaño de sus testículos, así que intentaron taparla. Más tarde, unos gamberros arrancaron sus genitales y no fueron encontrados ni tampoco restituidos.

Otro dato interesante es la «tradición» que envuelve el lugar. Desde los años 90 se rinde homenaje a este literato plasmando un beso en la escultura. Las marcas de pintalabios fueron deteriorando el monumento, hasta que se decidió poner unos cristales que impidieran besar la piedra. Igualmente, la gente continúa besando el muro acristalado.

Yo no tengo ninguna foto con ningún beso en el cristal, todo lo contrario, bien limpito todo.

Como vemos, la irracionalidad que desata la pasión de un beso puede destruir hasta la más dura piedra o, dicho a lo popular, el diablo de tanto abrazar y querer a su madre la mató.