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Las mujeres que aman demasiado, Robin Norwood

Las mujeres que aman demasiado es el primer libro de autoayuda que comienzo y que acabo.
La terapeuta Robin Norwood analiza lo que hoy en día llamamos tipos de relaciones tóxicas.

Busca un patrón en todas esas relaciones en las que la interacción entre ambos miembros es perjudicial para ambos y para su entorno.

A lo largo del libro, mantiene en todo momento el paralelismo con el proceso de enfermedad de un alcohólico, de esta manera se reafirma en que amar demasiado es una enfermedad.

En sus páginas describe múltiples ejemplos de mujeres que sufren en sus relaciones y, generalmente, ahonda en su pasado para demostrar que su infancia y su relación con sus padres desemboca en no saber relacionarse con los hombres en el presente.

Además, una vez narrado el ejemplo, lo analiza desde el punto de vista terapéutico.

Es curioso que también muestra el punto de vista de varios hombres que forman parte de esas relaciones tóxicas.

Todo ello sirve para tener una buena batería de ejemplos a la hora de reconocer una mala relación.

Finalmente, da una serie de pautas para trabajar el amor propio y poder identificar y salir de las relaciones que a uno le hacen mal.

A pesar de estar escrito en 1985 todo lo que analiza es de una actualidad desbordante, pues las relaciones humanas siguen siendo las mismas y con los mismos males.

El sesgo que le veo es que yo apliqué la lectura a las personas en general. No hice distinción entre hombres y mujeres porque todos tenemos comportamientos dañinos para los demás. Además, muchas personas están condicionadas por las familias desestructuradas a las que pertenecen, independientemente de haber sido niñas o niños.

Por otra parte, las mujeres que acuden a terapia con la autora, muchas de las veces, cuentan casos extremos o de gran brutalidad. Si bien es cierto que hay miles de personas sufriendo abusos y maltrato por parte de sus parejas, en el libro parece ser la tónica y confío en que en la realidad no se den tan asiduamente situaciones de manipulación, violencia, maltrato físico y verbal, abusos, drogas, dependencia y un largo etcétera de miserias.

Lo increíble que tiene este libro es que en todos los ejemplos, aunque a veces sean extremos, siempre se te viene a la cabeza una persona que encaja con ese ejemplo. Todos conocemos a alguien que es dependiente, a alguien que da demasiado, a alguien a quien manipulan… En definitiva, a alguien que está con la persona equivocada y a quien nos gustaría hacérselo ver. De hecho, en más de un ejemplo, uno mismo como lector se reconoce en algunas de las escenas que se relatan. Y esa es la gracia del libro, que descubres como lector elementos tóxicos y dañinos en tus propias relaciones pasadas y presentes tanto con parejas como con amigos, familiares, compañeros, follamigos… En definitiva, podemos reconocer las relaciones humanas con muchas de sus miserias.

Recomiendo la lectura aunque es un poco complicada, sobre todo cuando te ves reflejada en alguna de esas relaciones que te parecen extremas y que no puedes creer que también te hayan pasado partes de ellas a ti.

Un monstruo viene a verme, Patrick Ness

Ha sido una lectura increíble.
Reconozco que al haber visto la película hace unos años ya tenía el sesgo activado, aunque he de decir que no afectó casi nada a mi vivencia de esta historia.

Yo interpreté Un monstruo viene a verme como un viaje de introspección ante la enfermedad de un ser querido. Y no solo un niño actúa así ante una situación difícil. Todos en algún momento hemos querido mirar a otro lado, hemos querido creer, hemos querido encontrar cualquier alternativa… No hemos sabido gestionar nuestras emociones, no hemos sabido poner nombre ni verbalizar todos aquellos pensamientos que nos rondan, que nos quitan el sueño y que hasta nos asustan.

Muchas veces la ansiedad, la angustia, la presión, la tensión, el estrés… Nos ahogan y toman forma en nuestro subconsciente. El mundo de los sueños se vuelve realmente tangible. Hasta llegar el momento en que uno se planta cara a cara frente a la verdad y, al asumirla, comienza el proceso de sanación, de autocuidado, de recuperación de uno mismo.

En la novela, los saltos entre el mundo de los sueños y la realidad son muy bruscos, incluso a veces, algo torpes. Independientemente de ello, no creo que se vea interrumpida en ningún momento la lectura. Incluso esa «torpeza» ayuda a recrear aún más ese escenario que vive aquella persona que actúa de cuidador sin recursos para aliviar al enfermo.

Recomiendo totalmente esta lectura, a pesar de que muestre la cara más humana del ser humano.

La ciudad del viento, Stefania Gil

Es una historia de Stefania Gil cortita y con mucho gancho, donde la acción de la novela está superconcentrada.

El principio es un poco engorroso con tanto nombre sin contextualizar, sin embargo, al par de párrafos ya se vuelve todo coherente y asequible. He de decir que esto es «culpa mía», pues estamos ante el cuarto libro de una saga sobre arcángeles. Aunque yo lo leí suelto, sin saber nada de los otros libros hasta que no lo acabé, se lee sin necesidad de tener los otros relatos.

En la sinopsis esta obra está catalogada como romance sobrenatural. Cierto es que los protagonistas se aman y que son seres sobrenaturales. Nunca había oído hablar de este subgénero y me hace gracia.

El final abierto me gustó mucho, además de que me resultó inesperado. Creo que da para escribir otra pequeña historia y, obviamente, la hay. Sería el quinto y último libro de la saga.

La lectura me recordó a estar leyendo un capítulo de la serie Embrujadas y he de reconocer que me entretuvo mucho. Para salir de un parón lector está genial esta lectura, porque se lee muy fácilmente y al ser breve se disfruta del tirón.

Guerra sin armas: Porque sí hay invasiones venturosas, Nickole Naihaus

El primer capítulo ya es para abandonar la lectura. Se nota a la legua que la autora sabe escribir diálogos con mucha destreza, sin embargo, al no centrar el contenido de las conversaciones y que sus personajes hablan sobre cosas que no aportan nada a la trama, hace que se vuelva una lectura catastrófica.

El segundo capítulo parece que centra un poco el foco narrativo pero acaba quedándose lejos. Los personajes vuelven a perderse en conversaciones que no aportan nada al transcurso de la historia.

Da la impresión de que la autora quiere hacer ver la relación que tenían todos con el personaje femenino principal, pero no lo consigue, porque aporta tanto detalle a través de diálogos que solo aboca al aburrimiento y a pensar, como lector, en cuándo dejarán de hablar para que pueda pasar algo.

En el tercer capítulo encontramos un claro ejemplo de las contradicciones que se dan a lo largo del libro, pues son tantos los detalles en esas conversaciones, que a veces resultan incoherentes.
Ejemplo. El protagonista se entera el último día de que una de sus pacientes más especiales es historiadora. Y más tarde el narrador nos cuenta que es importante para el protagonista que sea historiadora porque es reflejo de su novia. Entonces, ¿sabía o no sabía la profesión de esta paciente? Que por cierto, la paciente en cuestión es el único personaje con el que conecté un poco. Con el resto de personajes de la novela me es imposible empatizar y hasta me caen mal de lo ineptos que me parecen y de lo recargado que es su vocabulario en cuanto a apelativos cariñosos.

En este tercer capítulo ya se sabe al 100% lo que se intuía al comienzo, que es que la protagonista rompe su relación amorosa con el otro protagonista. Creo que es sobre lo que tiene que versar la narración. Sin embargo, se necesitan dos capítulos para que el hombre se entere de que su novia lo dejó, porque hay tanta paja que se hace eterno llegar al asunto.

En teoría de la ficción literaria se habla de lo verosímil y lo inverosímil. En un cuento de hadas es creíble la magia, en cambio, en un manual de aviación la magia no tiene cabida. Es inverosímil. Pues para mí esta historia ya es completamente inverosímil en el tercer capítulo, porque, de acuerdo al contexto que crea la autora, es altamente improbable que nadie tenga la reacción del protagonista, que es no enterarse de que su novia lo dejó, cuando hace una semana que no sabe nada de ella y que esta última retiró todas sus pertenencias del hogar que ambos compartían.

Cuarto capítulo. Se ahonda en conocer al protagonista y a sus amigos y valía más no saber de ellos. «Mira que todo hombre merece un buen par de tetas donde meter la cara.» «[Las mujeres como] trofeos para mostrar.» «Estamos en la universidad y ya no es solo cuestión de quitarle la virginidad a una adolescente». Son algunas de las frases más claras en cuanto al machismo que desprende esta lectura. La protagonista bien delicada y de Disney con sus figuritas y adornos y el protagonista el machito guapo y atractivo que solo tiene rollos de una noche. El resto de personajes femeninos se presentan como figuras super agresivas, histéricas y desequilibradas. En cambio, los hombres se muestran como todo un portento de la sexualidad y de la moderación racional frente a la mujer. Es que no hay por dónde cogerlos. Encima no te enteras de quién es nadie porque son nombres super parecidos. David, Daniel, Miguel, Amelia, Gabriela… Señor… Anda que no hay nombres en el santoral que no suenen igual.

En mi opinión, sobra todo. He seguido leyendo los capítulos pero no creo que tenga mucho más que añadir. La idea de contar una historia de una ruptura a través de las vivencias de los conocidos de la pareja está muy bien, pero llevada así a la práctica hace aguas por todas partes. Es una lectura engorrosa, en la que se dan de continuo datos que no aportan nada al contenido de la historia y la trama no avanza absolutamente nada. La chica deja al chico y los amigos hablan con el chico. Fin. No hay más.

La cuenta atrás para el verano, La Vecina Rubia

Una oda a la amistad. Eso es lo que ha sido para mí leer la primera novela de La Vecina Rubia.
El toque autobiográfico hace que dé la impresión de que es una amiga contándote las diferentes experiencias y personas que van marcando su vida. Además, en muchas de las aventuras te sientes identificada, si no es porque lo has vivido, es porque empatizas con los personajes.

Al leerlo te quedas con las ganas de recuperar todas las amistades que han formado parte de tu vida y, quizás, te deja un regusto de melancolía por esas buenas épocas ya pasadas.

Pensaba que iba a leer la novela de una sentada, pero fueron demasiados inputs que digerir. La autora quiere reflejar todo lo que es relevante y tantos detalles y tantas cargas de significado en todo a mí me saturaron un poco y dosifiqué la lectura mucho más de lo que pensaba.

El final me encantó y, si hay una segunda parte, también me haré con ella. Volvería a leer a esta rubia.

Me consta que entre las amigas del chat están poniendo su granito de arena para que las siguientes ediciones salgan sin errores. Yo me hice con la primera edición y, además de algunos cuantos leísmos, hay alguna errata por ahí que imagino que ya no estará en las siguientes ediciones.

Con mi abuelo aprendí que un libro no es sólo el texto o la cubierta, sino que también aportan los detalles de la portada, el colofón, los créditos o las referencias. En La cuenta atrás para el verano no se escapa ni un detalle en estas otras partes del libro y, donde menos te lo esperas, esconde algún guiño.

Y aquí viene lo mejor de todo. La propia Vecina Rubia ha sacado un poquito de su tiempo en redes para responder a mi reseña en el Club de Lectura con Brilli Brilli. Me he quedado flipando. No soy de admirar a nadie que no sea de mi círculo más estrecho, familia, amigos o buenos compañeros de trabajo. Pero esta chica es la excepción a la norma, con ese corazón que mide claramente más de 1’60 y sin redondear, es imposible no sentirse parte de su comunidad: el chat de amigas.

@clubdelecturaconbrillibrilli

La cena secreta, Javier Sierra

El padre Leyre, un inquisidor dominico, aprovecha sus últimos días para contarnos su mayor aventura vital mientras pudo trabajar para el Santo Oficio.

El escenario será el Milán del siglo XV y la trama se desarrollará con múltiples personajes históricos, entre ellos el afamado Leonardo da Vinci, la duquesa de Milán, Beatrice d’Este, el gobernador de Florencia, Cosme el Viejo, y un largo etcétera.

A quienes les guste la historia del arte verán que Javier Sierra se documenta fuertemente tanto en el elemento articulador de su novela, La última cena de Vinci, como en la vida de los diferentes artistas y mecenas que aparecen en la historia. También es fiel a la hora de mostrarnos la sociedad renacentista, la Orden de Santo Domingo, la comunidad cátara… Para mí, este libro es una forma de adentrarnos en el siglo XV de forma amena y comprensible por todos.

Los enigmas que atribuye da Vinci a su pintura del Cenacolo van resolviéndose a lo largo que avanzamos en la lectura, dándonos a conocer el mundo de la criptología y las dos iglesias, la de San Pedro y la de Juan y María Magdalena.

Aunque el libro tenga, tanto en su portada como en su interior, una imagen de La última cena, son numerosas las obras que se mencionan del maestro Leonardo. Así que recomiendo que, aunque ya las conozcáis, las volváis a contemplar a medida que van siendo nombradas en la lectura. Los detalles pictóricos complementan todo lo narrado.

El único pero que le encuentro es que el final es un poco precipitado en comparación con el desarrollo de toda la acción anterior. Si antes tardaba varios capítulos en ir resolviendo enigmas, en el final lo resuelve todo «a la vez» y parece que no da tiempo a digerir tanta información entre tanto personaje. Con todo, disfruté de la lectura de La cena secreta.

Me quedo con la siguiente frase: «No debería preocuparte llegar a la meta, Marco. Ocúpate solo de recorrer el camino.«

El peso de las sombras, Ángeles Caso

El título El peso de las sombras hace honor al ambiente y a todo lo que se gesta en la narración: negrura, luto, soledad, dependencia, sombras, muerte, incesto, tristeza, abandono, fantasmas, polvo, moho, incertidumbre, irresponsabilidad, cosificación de la mujer, maltrato, frivolidad, envidia, odio, guerra, enfermedad… Vamos, la alegría de la huerta.

No disfruté nada de la lectura porque me generó mucha angustia, incluso, ansiedad. Aunque, por otra parte, imagino que es lo que la autora, Ángeles Caso, buscaba con ese peso tan bien creado de la sombra.

Sinceramente, es una lectura que no recomiendo. Se muestra a la mujer como un ser frágil, sin personalidad, totalmente dependiente del hombre. Y, al hombre, como a un donjuán que puede permitirse cualquier placer en la vida sin que tenga que acatar con ninguna consecuencia de sus acciones. Además, no conecté con ningún personaje ni con ninguna de las situaciones creadas. Y el manejo del tiempo narrativo no creo que esté logrado, se dan unos saltos que no encajan más que con bastante trabajo del lector, o directamente no encajan.
Finalmente, el último capítulo sobra. De hecho, me atrevo a decir a que hay bastante «paja» en los últimos capítulos.

Siddharta, Hermann Hesse

Spoiler alert!
¡Cuidado que viene con destripe!

Se nos presenta a un joven Siddhartha lleno de inquietudes que quiere calmar a través de la adquisición de conocimiento. Aunque desde fuera se le vea perfecto y completamente encaminado a ser lo mejor de cada camino que tome, él es insaciable, siempre tiene sed y nunca está satisfecho con sus aprendizajes.
En consecuencia, se dedicará a ahondar en las diferentes alternativas espirituales en las que se puede abrigar el ser humano.

Govinda será su fiel amigo y compañero de experiencias y permitirá que Siddhartha tenga unas conversaciones de alto trascendente intelectual. Podemos asociarlo a la etapa de la fase asceta, en la que se despersonaliza del yo y se abstrae de todo lo mundano. También me parece que Govinda puede ser la representación de la vida que hubiera llevado Siddhartha si no hubiera seguido los caminos que tomó.

Aparece Buda y su doctrina. Y le está bien empleado que Govinda se haga monje budista, porque siempre lo trata con soberbia, prepotencia, sorna y desdén. Así que ale, te quedas sin tu fiel amigo.
Con todo, el budismo no le persuade como doctrina porque está convencido de que Buda no llegó a donde está gracias a las palabras de esa doctrina, sino a sus experiencias. Así que Siddhartha se dispone a seguir su camino para experimentar lo necesario para alcanzar el estado tan perfecto que rezuma Buda o Gothama.

Ay, amigo. En el camino le da por despertar y, antes, como samana, que de todo se quería desprender, ahora ve el mundo por primera vez. Y, tachán. Aparece el deseo sexual y ya Siddhartha más que un intelectual, pasa a ser un listillo.

Engatusa a Kamala, dadora de buenas conversaciones, para que le enseñe sobre el amor. No sabe este ni na. Pero ella también es lista, pues para que Siddhartha pueda estar con ella, tiene que llevarle regalos y tener dinero. Qué raro, una mujer representada como mito erótico al que solo le importa el dinero, la clase social y las cosas materiales… A pesar de que el estereotipo ahí está, se acaba viendo que Kamala es más que eso, menos mal. En consecuencia, Siddhartha se vuelve mercader aunque no le llene para nada la actividad. Y, finalmente, después de aprender el arte del amor, se da cuenta de que esa vida tampoco es para él.

Y llegados a este punto me siento súper identificada con él después de todo lo que me ha hecho reír. Y es que lo que hace y lo que piensa no son congruentes. Por eso se siente mal e insatisfecho. No sé si es por el momento en que me ha tocado leerlo, pero me hacen mucha gracia sus coqueteos con diferentes doctrinas y cómo lo va narrando. Al mismo tiempo que me hace pensar y dar vueltas a la cabeza. Pero no puedo evitar encontrarle el lado cómico.

Alcohólico, ludópata, mujeriego, pagado de sí mismo… Siddhartha opta por el suicidio. Tan ruin se ha visto al elegir este camino, que vuelve a renacer. Y se hace amigo del río y de un barquero que en su día lo trató bien.

Como barquero y, a diferencia de cuando aprendió a ser mercader, todas las labores que rodean esta profesión le agradan al estar siempre en contacto con el río.

Y ya está él bastante sereno al anular lo que es el tiempo y solo dejar que exista el presente, que aparece Kamala. Esta muere en sus brazos y le deja ahí a su hijo del mismo nombre, Siddhartha junior. Un niño ingrato, desagradecido, caprichoso, encabronado, que se enfrenta a él todos los días y acaba escapando de Siddhartha padre de una manera muy fea.

A mí me da la risa porque a este hombre le pasa absolutamente de todo y, quitando la poca dignidad con que llevó su vida de entrega a los placeres mundanos, el resto se lo toma con mucha filosofía y tal como viene.

Finalmente, lo que importa es el amor y el respeto por todas las cosas que hay en el mundo. Siendo un joven Siddhartha muy diferente al viejo sabio en que se acaba convirtiendo, la evolución del protagonista es Interesante.

Voy a tener que leer este libro más veces. Me ha tocado en un momento en que me lo he tomado a risa y con mucha ironía. Supongo que en otra etapa de mi vida obtendré unos aprendizajes diferentes a los que ahora me llevo, que son unos cuantos.

Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Stefan Zweig

Veinticuatro horas en la vida de una mujer

La historia parte de la discusión que mantiene un grupo de personas acerca de la infidelidad de una mujer. Todos opinan y juzgan bajo el sesgo de las relaciones monógamas de la cultura judeocristiana.

Esto da pie a que uno de los intervinientes defienda la libertad que tiene cada uno de hacer lo que quiera con su vida privada, amorosa o sexual. A raíz de esta defensa, una mujer se confiesa ante este interviniente contándole haber pasado una noche con un desconocido ludópata desde el pudor, el asco, la culpa, la vergüenza, el deshonor… Y todos los atributos malos aplicados a las pasiones humanas. Como si para disfrutar de la sexualidad tuviera que tener una excusa y no nacer del mero hecho del deseo, del goce y del disfrute sin culpabilidad alguna.

La verdad que Zweig consigue transmitir más en las descripciones que en los propios hechos que narra y, salvando ese logro en la escritura, lo que es el contenido lleno de misoginia, argumentos anticuados que no se sostienen, casposidad, heteropatriarcado, excusas que no se las creen ni varios de los personajes… En cuanto a valores deja mucho que desear la obra.
A mi gusto, es un libro cuyo contenido envejeció fatal en la sociedad en la que nos encontramos.

El justiciero cruel, Arsenio e Ignacio Escolar

El justiciero cruel

Los epítetos aplicados al rey castellano Pedro I son argumentados de forma muy amena por los Escolar.
Se basan en la crónica de Pérez de Ayala para dar, o no, razón a ese Cruel o Justiciero que acompaña al monarca por más de seiscientos años.
Se intenta tomar la historia desde el punto de vista más objetivo posible y, si esto es difícil de llevar a cabo, al menos hacen que te cuestiones muchos hechos que hasta ahora se daban por sentados y por ciertos.