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La desilusión de la tumba de Julio Verne, padre de la ciencia-ficción

Como estoy leyendo Un capitán de quince años de Julio Verne, me acordé de que en nuestro viaje a Amiensno nos quisimos despedir de la ciudad sin visitar la tumba de este célebre escritor.

Al ser lo último que nos quedaba por ver de esta ciudad tan sumamente preciosa, de la que salíamos con el coche paramos en el Cimetière de la Madeleine d’Amiens.

La verdad que el cementerio era precioso. La humedad hacía que gran parte de las tumbas estuvieran cubiertas por un manto mullido de musgo y la paz que se respiraba era todo un privilegio. El ambiente era totalmente romántico y decimonónico, con un aire decadente, bohemio y bucólico digno de la mejor escena de enamorados caídos en la desgracia.

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Recordemos que Julio Verne fue un escritor francés nacido en el siglo XIX.

Su fascinación por el mundo de alta mar le viene de su madre, pues su familia materna era de adinerados navegantes.

De bien pequeño, unos 6 añitos, comienza a recibir lecciones de la viuda de un capitán de barco. Con la «suerte» de que a los 11 años le da la embolia y se le mete en la cabeza que tiene que enrolarse en un barco como grumete y tirar, por ejemplo, a la India.

Obviamente, siendo tan pequeño este tejemaneje no le salió muy allá porque su padre lo pilló y lo debió de coger por la oreja y pa casa.

Algo no iba muy allá en esa cabecita cuando está obsesionado por viajar (que yo ahí la verdad que lo entiendo) y también le vuelve loquito su prima [¿En serio Julio?].

Dejando a un lado las excentricidades, su padre quiere que siga sus pasos y que estudie Derecho y lo ejerza. No estoy haciendo ningún spoiler cuando digo que el buen hombre no logró meter al hijo en vereda.

Sí que es cierto que nuestro querido J.V. se licencia en Derecho pero prefiere, y con mucho acierto y suerte para nosotros, dedicarse a la escritura.

En este proceso de selección de profesión, J.V. se nos vuelve bohemio y, al ir a estudiar a París, acentúa esa tendencia, además del arte de la escritura.

Después de licenciarse contrae matrimonio y se le acaba el chollo de la vida bohemia. Tiene que empezar a trabajar en serio para sacarse las castañas y, después de ser agente de bolsa, logra hacerse un hueco en el mundo de los viajes y la escritura, sus dos vocaciones.

Como yo no me quedo a gusto sin contar alguna excentricidad más de este hombre, añado que J.V. se hizo con 3 yates a lo largo de su vida y a todos los bautizó con el mismo nombre: San Miguel. La elección de este nombre no es aleatoria, sino que se debe a que el único hijo que tuvo se llamaba así.

Ahora ya sí que dejo su vida a un lado y me centro en su obra, que es por lo que lo recordamos hoy en día.

Al nacer en el siglo XIX en Nantes (Francia), podemos pensar que su escritura es de estilo romántico, realista o naturalista. Sin embargo, no es ninguno de los tres y, por otra parte, presenta los tres estilos a la vez.

¿Cómo se come esto?

Pues que es el padre de la ciencia-ficción.

En su obra destaca principalmente la temática de aventuras. Dentro de sus narraciones, encontramos influencias de los estilos mencionados y también de los ilustrados, puesto que es lo que estudia en su formación.

Se puede contemplar una progresión en su obra, siendo el principio de sus creaciones mucho más optimista que lo que le sigue. A medida que va consiguiendo bagaje profesional, logra una gran pericia al guardar documentación, de manera que se crea un sistema de fichas donde registra los nombres de flores, insectos o árboles de la regiones más dispares de mundo y con un altísimo grado de exactitud. [Esto a mí me parece otra excentricidad, aunque he de decir que yo colecciono marcapáginas, que también son papeles en forma de ficha, ¿no? XD].

Necesito otra excentricidad más. Ahí va.

Tiene un sobrino un tanto desequilibrado que se llamaba Gastón. Y con ese nombre la balanza únicamente se puede inclinar hacia el drama. El demente Gastón le dispara dos balazos a J.V. dejándolo cojo de por vida.

Finalmente, J.V. muere en Amiens en 1905 hecho un cuadro, cataratas, medio sordo y diabético.

Es enterrado en la propia Amiens porque allí decide establecer su residencia después de tanto viajar por el mundo. De hecho, es concejal de la ciudad durante 15 años.

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Una vez que fallece, lo entierran en el Cimetière de la Madeleine y, [¡atención excentricidad!], le hacen una máscara mortuoria para crear más tarde un monumento e inmortalizar su figura.

De esta tarea se encarga el escultor Albert Roze y crea un J.V. que emerge cual zombie de su tumba deshaciéndose de las mortajas y rompiendo la lápida con la mano y el brazo estirados hacia el cielo que está tocando la luz celestial… BLA, BLA, BLA.

Ilusas de nosotras, habíamos visto que su tumba era preciosa, así que fuimos al Cementerio de la Magdalena y nos dispusimos a encontrarlo.

Después de echar la vida en el cementerio buscando la tumba, nos la encontramos tapada por una lona para que no se estropeara con las inclemencias meteorológicas.

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Así que con esto y un bizcocho, nos fuimos como llegamos.

¡Hasta la próxima!

Abelardo y Eloísa: una historia digna de la literatura medieval

En la Île de la Cité, concretamente en la Quai aux Fleurs, encontramos unas puertas preciosas decoradas con las testas de un hombre y una mujer. Se trata de nuestros protagonistas: los llamados Romeo y Julieta parisinos, pues no es para menos. Ya lo veréis.

Una placa nos recuerda que el edificio fue construido en 1849 y que alberga la antigua vivienda de Abélard y Heloïse en el año 1118. Aunque debemos recordar que no se sabe si existieron estos personajes ni si su historia es real.

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Muchos de vosotros ya conoceréis la historia, pero para aquellos que no la conocen, os cuento buenamente lo que recuerdo.


En plena Edad Media París alberga entre sus calles a una pareja de enamorados furtivos que, una vez se descubre su historia, pasarán a ser unos enamorados llenos de desdicha.

¿Cómo llegaron a conocerse Abélard y Héloïse?

Abélard era de Bretaña y pertenecía a la baja nobleza.
Su vocación era la enseñanza y, al igual que a día de hoy, los sueños tienen un precio. El precio de Abélard fue tener que renunciar a las tierras que le correspondían y a su herencia para poder ser profesor.
En resumidas cuentas, tenemos un noble que no es militar, sino profesor, y por lo visto es un guaperillas culto y embaucador. Resultado: lo que de toda la vida en España se llamó un donjuán.
Así que nuestro truhán particular, viendo el plan de vida que llevaba, decide ir a trabajar a París para ganarse el pan.

En París vivía Héloïse, una joven unos 20 años menor que su futuro hombre. Esta mujer medieval destaca por su gran formación y educación, pues sabía leer y escribir además de ser políglota en francés, latín, hebreo y griego. Todo un genio de mujer que una vez que queda huérfana, su tío Fulbert le facilita toda esa cultura y educación. ¡Muy bien por tío Fulbert!

Por fin llega un día en que, bajo cielo parisino, se conocen nuestros dos cultos protagonistas. Y la casualidad, que es muy juguetona ella, quiere que Abélard vea en Héloïse su próximo amorío.

Él que es muy listo se pone en contacto con el tío Fulbert y acuerdan dar clases a Héloïse, recordemos que él era profesor.

En esas clases hubo química, alquimia, anatomía y la literatura más rosa, pues la chispa saltó entre ambos hasta finalmente caer enamorados el uno del otro.

Pero… Ya tardaba el «pero» en aparecer… Para aquellos que no lo sepáis, en la Edad Media los profesores tenían que guardar el celibato, sin embargo a nuestro donjuán le daba un poco lo mismo. Aunque a la hora de la verdad quedaban manchadas tanto su reputación profesional como la reputación de Héloïse.

En una de esas, Héloïse queda embarazada y huyen a Bretaña hasta que ella da a luz. Se cree que el bebé nació muerto y, a la vuelta, el tío Fulbert está muy enfadado con esta huida. Pues él no sabía nada de los amoríos de su sobrina o prefería no saberlo. Para solucionar la situación, decide proponer el matrimonio. ¡Ole por el tío Fulbert que lo arregla todo!

Peeero… Ya esta otra vez el «pero»… No olvidemos que Abélard es profesor y no puede casarse. Si lo hace, su carrera profesional se vería gravemente perjudicada.

Por otra parte, Héloïse tampoco quiere que Abélard estropeé su trabajo, así que de primeras no acepta la propuesta de matrimonio de su tío Fulbert.

Finalmente, como hablando se entiende la gente, acuerdan casarse con la condición de que todo ello sea un secreto.

Tenemos una solución para la reputación de Abélard. ¿Y Héloïse?

Llegados a este punto, aquí ya no tan bien por el tío Fulbert (y si eso os dejo juzgar a vosotros mismos). Tío Fulbert decide contar el secreto por todo París cada vez que se le presenta la ocasión y comienza a portarse mal con Héloïse.

La convivencia se vuelve insoportable con tío Fulbert y Abélard envía a Héloïse a una abadía para protegerla. Tío Fulbert toma esta acción como un ultraje de Abélard, puesto que a sus ojos estaba alejando a su sobrina para desentenderse de ella y hacerle quedar a él como un mentiroso por lo del matrimonio.

A estas alturas a tío Fulbert se le va la olla y decide vengarse de Abélard. Para ello contrata a unos sicarios que se cuelan en su casa y, con una daga, le cortan las partes pudendas. (Sí, los cojones a navaja).

Tal acto sume a nuestro protagonista recién castrado en una depresión de la que nunca se llega a recuperar.

Para no seguir corriendo riesgos, nuestros enamorados deciden tomar los votos y amar a Dios.

Sólo volvieron a verse una vez más en sus vidas, pero ello no quita que continuaran amándose en secreto a través de su correspondencia.

Abélard muere unos 20 años antes que Héloïse y ésta, a su muerte, pide ser enterrada junto a él. Cuenta la leyenda que, al enterrar el cuerpo de Héloïse, el cuerpo de Abélard extendió sus brazos para acogerla en un cálido abrazo.


 

¿Qué os ha parecido la leyenda?
¿Conocéis otra versión? ¿Nos la contáis?

 

P.D.: Esta entrada es para mi tía Arancha por su cumpleaños.
Ya sé que preferirías algo sobre los templarios, pero como ya te dije más de una vez, en París queda muy poquito sobre la Orden del Temple y además yo no tengo foto de ello. Espero que una leyenda medieval supla por esta vez la falta de un templario.

¡MUCHAS FELICIDADES!

El kilómetro 0 de Francia

En la plaza de Notre Dame de París se encuentra el KM0 parisino. Todas las carreteras francesas parten de este icónico punto.

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Justo donde está el árbol de Navidad, al lado está el KM0

En su día, había un poste que pertenecía al área de justicia del obispo de París.

A ese lugar llegaban los sentenciados a hacer enmienda antes de recibir la condena correspondiente.

Iban vestidos en camisa, con los pies desnudos, la soga al cuello, un cirio en la mano y sobre su pecho o espalda llevaban escrito o dibujado el crimen que habían cometido.

Con este atuendo, tenían que arrodillarse, reconocer públicamente su delito e implorar la absolución.

Una escena más que espeluznante.

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Inscripción: «POINT ZÉRO DES ROUTES DE FRANCE»

París en español y Tablaturas de mis pasos

Hoy os traigo una noticia que me hace mucha ilusión.

He hecho una pequeña colaboración con París en español.

Se trata de un equipo de varias personas hispanohablantes que nos dan a conocer París a través de sus geniales publicaciones y fotos en Facebook e Instagram. Os recomiendo seguirles porque además de ser super majos vais a aprender mucho sobre París.

Todo partió del escrito que yo hice sobre La calle más estrecha de París (o casi) y de ahí hice un pequeño resumen para ellos. Espero que os guste.

Os dejo por aquí su Instagram y la publicación con la que colaboramos –> abrir aquí.

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Qué hicieron dos palomas para merecer su nombre en una calle de París

Érase una vez, allá por el siglo XIII, que vivía en París una pareja de palomas. Pasaban sus días, con idas y venidas, en la bien llamada Calle de la Paloma, o, si lo queremos decir a la francesa, Rue de la Colombe.

Yo aquí quiero contaros la historia que fue corriendo de voz en voz por las calles de París con el paso de los años. Pues no es cosa pequeña sobrevivir al paso de los siglos.

Para ponernos en contexto, en una de las casas de la Calle de la Paloma vivía un escultor que trabajada a pocos metros de su casa, pues su «despacho» era nada más y nada menos que la Catedral de Notre Dame. Pero volvamos a las palomas.

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Portal del edificio de nuestra historia.

La susodicha pareja de enamorados pasaba su día a día muy atareadamente. Un mosquito por aquí, una mosca por allá, que tengo sed y me acerco al Sena a por un traguito de agua…

Hasta que un día, un desafortunado día, el edificio donde vivían de la Rue de la Colombe se derrumbó.

¡Ay! ¡Pobres palomas! ¡Qué desdicha la suya!

Pues habían quedado sus pequeños cuerpos separados por una montonera de escombros y piedras.

Ante tal derribo, fueron llamados unos aplicados albañiles, pues había que despejar la calle de tal destrozo.

Y cuál fue la sorpresa de estos trabajadores y perspicaces hombres, que durante su ardua labor en suelo parisino, alzaron la cabeza, y bien observaron las idas y venidas de una de las palomas a los escombros que estaban desalojando.

¡La paloma estaba alimentando a su compañera a través de un agujero del edificio desplomado!

Eso sí que es un amor perseverante, y los albañiles fueron sensibles a este amor. Dieron con el agujero y no dudaron en quitar rápidamente los escombros que tenían atrapada a una de las palomas.

Una vez liberada, la pareja se reencontró en el cielo y alegraron la vista de los presentes con múltiples cabriolas. Tal era la alegría de dos seres alados, enamorados y con ganas de vivir.

FIN

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Placa que nos cuenta todo lo que ha ido sucediendo por esta calle tan emblemática.

  • Como apunte algo más histórico, el trazado de la Rue de la Colombe es romano.
  • Se sabe con precisión que el edificio fue construido a finales del siglo XIII porque fue encontrado entre sus paredes un esqueleto de un gato que data de ese siglo.
  • Durante la Edad Media y hasta el siglo XVII hubo una ferviente tradición. Los recién casados llegaban a esta calle con promesas y juramentos de amor. Finalmente, esta práctica se acaba prohibiendo, pues la iglesia de Notre Dame la considera de carácter pagano.
  • Este edificio fue el único de la Rue de la Colombe que sobrevivió a la reforma urbanística de París del barón Haussmann.
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El edificio de nuestros protagonistas con su actual restaurante.

Si os ha gustado leo vuestra opinión en los comentarios.

25 imprescindibles en París

Hoy me apetecía hacer una entrada especial en el blog. Es mi cumpleaños y, por ello, quiero autorregalarme una entrada con 25 cosas que me hacen feliz cuando voy a París.

El tiempo vuela y en nada ya tendré que volver a mi Tierrina, pero además de volver con un año más, también voy a volver con todo un bagaje de experiencias vividas en tierra gala que ya muchos quisieran.

He intentado vivir cada momento de este año en el extranjero con la mejor de las sonrisas.

También creo haber sacado el mejor provecho de cada momento de bajona (que gracias a dios han sido muy pocos)

Y todos los días estoy intentando empaparme al máximo de todas las historias posibles relacionadas con los lugares que visito en mis escapadas a París, que es de lo que más me gusta de mi estancia en Francia.

Antes de venir a la Galia hice una lista con las cosas que me gustaría hacer o visitar y, afortunadamente, ya he ido cumpliendo muchas de ellas.

Por todo ello quiero escribir esta entrada, porque estoy siendo feliz realizando mi sueño de vivir y trabajar en Francia y porque quiero compartir con vosotros los lugares y las pequeñas tonterías que me han dado un agradable momento de felicidad.

¡Ahí va mi lista! Espero que os guste, siempre podéis añadir algo más en los comentarios. No dudéis en escribirme.

1- Subir las escaleras de Montmartre y picar algo arriba mientras París hace vida.

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Sacré Coeur

2- Perderme por las calles de París e ir conociendo nuevos lugares fascinantes.

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La Défense

3- Conocer los más viejos de París: el árbol más viejo de París, plantado en 1602 al lado de la iglesia de Saint Julien le Pauvre; y la casa más vieja de París, edificada en 1402 sigue en pie en el 51 de la rue Montmorency.

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4- Ver la tele, una serie o escuchar la radio en francés. La tele la verdad que no la veo nada, en todo este año vi Eurovisión y ya. Muy tristes los comentaristas gabachos… Pero series ya he visto la de Métronome (la cual os recomiendo fehacientemente), L’amour à 200 mètres (lo pasé pipa), Ever after high (sé que es infantil pero lo flipé) y Reign (sobre la reina María de Escocia, enganche total). Todas en francés y subtituladas en francés, para ir haciendo oído. Y respecto a la radio, somos fans de La radio sans pub.

5- Ir al mercado. Los viernes toca el de Arpajon y los domingos el marché de Bastille en París, en el boulevard Richard Lenoir. Hay mucha comida típica, fresca y muchos puestos de recuerdos y souvenirs a muy buen precio. Además el ambiente es muy animado.

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Mercado de Arpajon en Navidad

6- Hacer trasbordo en el metro parisino una y otra vez como si nada. Ahora que ya lo veo con un poco más de perspectiva, si hago esto es, o porque la línea esta fatal comunicada con mi destino, o porque me he perdido… Afortunadamente, en todo el año que llevo aquí sólo me he perdido una vez y me confundí otra. Dos en total. Al final resulta muy fácil y cómodo lo del metro.

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7- Tener largas conversaciones con franceses. Al principio acababa con la cabeza como un bombo si escuchaba a los demás hablar más de la cuenta en francés, pero ahora ya estoy acostumbrada y la verdad que no hay problema. Bueno, siempre que el tema a tratar no sea una chapa.

8- Comprar un libro en una librería francesa tipo Gibert Jeune, Shakespeare & Company, una tienda de segunda mano o uno de los puestos que hay a la orilla del Sena (les bouquinistes).

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9- Salir por la noche parisina.

10- Ir a uno y otro museo todo lo que se pueda y más, hasta que se acaben.

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11- Comprar una baguette (decepción total) y comer un croissant (todavía no he dado con uno que esté malo!!!)

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12- Recorrer el Grand Axe (me metí en una tarde La Défense, L’Arc du Triomphe, Concorde y Saint Michel), en ello entran les Champs Elysées.

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13- Subir a la gran noria de París (La Grande Roue).

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14- Morrear en el Muro de los Te quiero, y en lo alto de la Tour Eiffel, y en el Sacré Coeur…

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Mur des Je t’aime

15- Subir a la Torre Eiffel, al Arco del Triunfo, a las Torres de Notre Dame y de Montmartre y ver las grandes panorámicas de París.

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Vistas desde la Tour Eiffel

16- Leer libros en francés. Obviamente ya cumplí con El principito de Saint Exupéry y con Nuestra Señora de París de Victor Hugo, de la cual leí un buen pedazo en Notre Dame (¡¡como tiene que ser!!).

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17- Relajarme a los pies de Notre Dame y ver la cantidad de turistas que no paran de un lado para otro.

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18- Descubrir un lugar mágico, como el Canal de Saint Martin, y ver otra de las muchas caras de París, no la de los turistas, sino otra más tranquila.

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19- Poner un candado del amor en uno de los puentes del Sena, si hay que ser turista se es de verdad de la buena.

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20- Montar en uno de los barcos que recorren el Sena a lo guiri total y ver lo más famoso de París desde una perspectiva diferente.

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21- Saludar desde la orilla a los barcos con turistas (y recibir el saludo, claro).

22- Espatarrarme en cualquier jardín de París y disfrutar del ambiente (Jardins de Luxembourg, Jardin des Tuileries, Champs de Mars, Parc de Buttes Chaumont, Parc Monceau, Parc de Sceaux, Domaine de Chamarande y un largo etcétera).

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23- Asistir a un concierto improvisado en las calles de París (o de mi gato-compi-de-piso).

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24- Comer un crepe, una quiche, una fondue, un coulant, una blanquette, un croissant, una galette, macarrons o lo que sea típico francés.

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25- Compartir toda esta experiencia con un ser querido.

26. Y finalmente añado una 26 porque son los años que cumplo: SER FELIZ VIVIENDO EL PRESENTE.

Espero que os haya gustado. Ya sé que hay mil cosas más por hacer, así que ahora es el turno de que vosotros las compartáis. Os espero en los comentarios.

 

Sobre el masculino y el femenino a la hora de comunicarnos

He sido alumna del prestigioso catedrático de Lengua Española de la Universidad de Oviedo José Antonio Martínez y comparto su forma de pensar respecto al desdoble masculino-femenino, ya que el género masculino incluye al femenino a la hora de expresarnos y el hablante se guía por el principio de economía del lenguaje.
Pero he de decir, y bien alto, que la catedrática Mercedes Bengoechea y la doctora Eulalia Lledó le dan mil vueltas en su argumentación en el artículo que acabo de leer en el periódico El País: «El debate sobre las `portavozas´divide también a los lingüistas».
Ellas, para mí, han ido un paso más adelante, porque aunque estuviera en mi pensamiento un pequeño esbozo de su postura, ellas han verbalizado que no es sólo el principio de economía del lenguaje al que hay que tener en cuenta (principio que valoro muchísimo), sino que también priman las necesidades comunicativas. Y hoy en día, en pleno siglo XXI, la revolución de la mujer está más que presente. Para interiorizar los cambios de mentalidad propuestos por el colectivo de mujeres, es necesario que el lenguaje acompañe para expresar esta nueva realidad. Porque es a través del lenguaje la manera en que el ser humano codifica el mundo y construye su pensamiento de acuerdo a las realidades que quiere representar.

La necesidad a la que se refieren estas dos expertas es la de ir relegando las desigualdades entre hombres y mujeres, de las cuales el habla del día a día se hace eco y se convierte en una necesidad verbal del hablante. Eso sí, unas veces más convenientemente que otras. Martínez recalca muy acertadamente que estos desdobles desvían la atención del oyente en el acto comunicativo. OK. Pero no se está dando cuenta de que, quizás, muchas veces, en ese acto comunicativo el hablante también quiere comunicar a través de ese desdoble y que debemos de olvidarnos en esos momentos del principio de economía y centrarnos en el principio comunicativo.

No puedo estar más de acuerdo con la afirmación de Bengoechea: «Si queremos inclusión absoluta, tenemos que atajar el lenguaje». Afirmación que liga perfectamente con el principio de economía, no como la del señor Martínez, quien apunta muy bien al señalar que esas utilizaciones del lenguaje inclusivas, además de erróneas dentro del propio sentido gramatical, son «fruto de haber interiorizado de forma mecánica la fórmula del desdoble en masculino y femenino»; pero el buen hombre lo tira todo por la borda más tarde con un discurso propio de un «político» de los de hoy en día, no de un catedrático: «son confusiones, meteduras de pata, y quieren hacerlas buenas convirtiéndolas en el bálsamo de fierabrás, diciendo que es bueno para la reivindicación de las mujeres»
Al igual que con la preposiciones, que se encuentran a medio camino entre lo léxico y lo gramatical, yo también me encuentro a medio camino entre el principio de economía y el responder mediante el lenguaje a las realidades y necesidades que nos rodean.

Ante un tema de gran importancia, controversia y actualidad, el profesor Martínez se lo ha tomado como una jocosidad de la cual mofarse. Las otras dos expertas en lenguaje le dan mil vueltas en esta entrevista simplemente por haber respondido a las preguntas y haber expuesto su opinión argumentada desde el RESPETO. El señor Martínez se dedicó a soltar un «discurso» casposo, lleno de metáforas y frases ordinarias e irónicas que denotan no caminar al lado de la realidad, de una realidad cambiante y viva, al igual que las lenguas, las cuales son seres vivos que evolucionan. Y nosotros, como seres vivos, tenemos que tomar ejemplo de las lenguas y evolucionar.

Para terminar, creo que la corriente lingüística del Funcionalismo, cuya cuna se encuentra en Oviedo, pierde fuerza y credibilidad con representantes como este catedrático de la llamada Uniovi (Universidad de Oviedo).

Desde el pistoletazo de salida hasta el 2018

El 1 de mayo de 2017 sembrábamos la semilla de lo que ahora veis como Tablaturas de mis pasos.

El proyecto de mudarme de país dio comienzo a este boceto de blog personal y poco a poco va tomando forma.

En un principio había pensado en compartir con vosotros el material que utilizo y que creo para mis clases de español en Francia. Sin embargo, todo ha ido tomando un cariz algo distinto, lo podéis ver vosotros mismos. Al final os estoy contando de todo un poco, los libros que leo, los lugares que visito, la comida que saboreo, las impresiones que tengo sobre los franceses y su cultura…

La verdad que prefiero que el blog se vaya desarrollando como lo vaya pidiendo, de forma natural, no quiero imponer nada. Que fluya…

  • Si saco tiempo me gustaría escribiros más sobre material para las clases de español. Pero me da a mí que empezaréis a ver ese tipo de entradas cuando ya vuelva a España, porque por el momento no soy capaz a hacer un hueco.

 

  • También me gustaría hablaros con más propiedad de los sitios que tengo la oportunidad de visitar en París. Si vosotros también hacéis aportaciones para enriquecer todo esto pues mejor que mejor.

 

  • También quiero tiempo para poder leer más y contaros las historias que encierran los libros con los que me topo. Todos tenemos derecho a conocer nuevos mundos.

 

  • Otra de las cosas que me gustaría es publicar con más regularidad, aunque con el tipo de trabajo que tengo es un poco complicado. Esto de ser profesora hace que mi tiempo lo dedique por entero a mis niños y que el poco que me sobra lo dedique a ir a París. Es una oportunidad única en la vida, así que supongo que me perdonaréis… Je, je, je.

En mayo de 2017 dio comienzo este blog, ya os he contado lo que me gustaría hacer para este nuevo año. Ahora os cuento cómo fueron nuestros comienzos y en qué manera vosotros nos habéis estado apoyando a través de vuestras lecturas, comentarios, me gusta, seguimientos, etc…

Tablaturas de mis pasos en Facebook cuenta con 332 me gusta y 29 opiniones (28 de 5 estrellas y una de 4 estrellas). La publicación que cuenta con más me gusta es una foto de Notre Dame de París y suma 123 me gusta. Os animamos a pinchar en el enlace del nombre de la página y a seguirnos.

Tablaturas de mis pasos en Twitter se llama Oviversai y en el apartado de seguidores contamos con la gran cifra de 1.612 seguidores. Hemos publicado 1.097 tweets. Somos muy activos en Twitter y estamos muy contentos de que nos acompañéis en ello.

En Instagram Oviversai ya alcanza las 158 publicaciones y los 179 seguidores. La foto que más me gusta alcanzó es una de los pies de la Tour Eiffel y cuenta con 81 me gusta. Solemos publicar muchas historias, así que te recomendamos seguirnos para que no te pierdas ninguna. ¡Te esperamos!

En Pinterest nos llamamos Tablaturas de mis pasos y contamos con 54 seguidores que siguen nuestros variados tableros.

También nos encontramos en Tumblr como Tablaturas de mis pasos y a pesar de ser muy activos sólo contamos con 14 seguidores.

En Bloguers.net llegamos casi siempre a portada gracias a vuestros votos positivos. De 46 artículos enviados, 34 han llegado a portada. Nos llamamos Oviversai y tenemos 58 seguidores.

Tenemos un grupo de Telegram donde publicamos las entradas del blog que se llama Tablaturas de mis pasos.

Y ahora vamos al meollo de la cuestión. En Tablaturas de mis pasos en WordPress contamos con 126 seguidores. Hemos publicado 46 entradas, las cuales han recibido 2.984 visitas entre el 1 de mayo de 2017 y el 4 de enero de 2018. Todas esas visitas son fruto de 1.623 visitantes.

En 2017 contamos con 204 comentarios, es decir, una media de 5 comentarios por publicación.

Respecto a los me gusta, estamos muy orgullosos de los 406 me gusta que nos habéis dado, lo que hace una media de 9 me gusta por publicación.

Y habéis sido lectores de 27.136 palabras, una media de unas 603 palabras por cada publicación.

Habéis sido super amables, y ello lo demuestran los propios números. La entrada con mayor número de comentarios, para ser exactos 33, es la de Problemas en Francia. Ayuda, salir fuera es duro.

El bloguero que más veces se ha lanzado a comentar ha sido Aubescrit. ¡Muchas gracias por tu participación!

Estamos encantados con todas estas cifras. No esperábamos ni la mitad de la aceptación que estamos teniendo y estamos muy contentos de poder continuar en este proyecto llamado Tablaturas de mis pasos. Sin vosotros no hubiera sido posible llegar hasta aquí.

Mis mejores deseos para el nuevo año y que todos vuestros proyectos se cumplan.

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Tesoros de la Edad Media francesa

 

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Me encanta la Edad Media y no podía pasar sin haber visitado el Museo de la Edad Media de París y sin tener un libro que cuente un poquito cómo se desarrolló la Edad Media francesa.
Este libro está orientado a enfocar desde una visión didáctica la evolución acontecida en el territorio francés, desde final de la Edad Antigua hasta el Renacimiento. Para ello nos cuenta la transformación gradual de la Edad Media francesa en diferentes planos culturales.
En el plano artístico vemos la evolución del arte románico hacia el arte gótico a través de diferentes obras como son diferentes edificios, libros, ilustraciones, vidrieras, tapices, joyas, pinturas, esculturas…
También cuenta el desarrollo de la sociedad feudal durante los diez siglos que dura la Edad Media. Nos habla de la nobleza, de la iglesia y de los campesinos.
Además, Carlomagno se presenta como una personalidad clave en todo este proceso de cambio gracias al impulso que dio a los manuscritos (portadores de cultura y conocimiento) y a la evolución de la letra carolingia.

Finalmente, la visión del mundo se focaliza sobre la figura humana y entramos de lleno en el periodo renacentista. Para poder visualizar claramente este paso,podemos fijarnos en la Dama del Unicornio; serie de tapices que tuve la oportunidad de ver de primera mano en el Museo Cluny de París y que me maravillaron. Os dejo un par de fotos de cuando estuve allí.

Recomiendo la lectura de este pequeño libro puesto que la historia medieval de Francia se vuelve muy amena con sus diversas y abundantes ilustraciones y se encuentran muy bien esquematizados los conocimientos clave para comprender fácilmente la Edad Media en Francia.

Título: Trésors du Moyen Age.

Autor: Caroline Desnoëttes.

Editorial: Réunion des Musées Nationaux.

Género: cultural, didáctico.

Ser profesor es mucho más que una profesión

Para aquellos que no lo sepáis, estoy viviendo toda una experiencia en Francia al haber conseguido trabajo como profesora de español para extranjeros en un colegio de alumnos equivalentes a nuestro 6º de Primaria y nuestro 3º de la ESO.

Estoy aprendiendo muchísimo de esta profesión. Y creo que se tiene super infravalorados a los profesores.

«Ah, que eres profesor. ¡Vaya vacaciones que te pegas eh majo…!» Es la frase por excelencia que tenemos que escuchar. También tenemos la variante de «no os quejéis tanto, que son sólo niños y luego tenéis muchas vacaciones».

Para quien no lo sepa, o no quiera darse cuenta, ser profesor es mucho más que ponerse delante de unos niños, recitar la lección y marchar.

Ser profesor es mucho más que tener vacaciones abundantes y los fines de semana sin tener que ir a dar clase.

Ser profesor es mucho más que dar una lección y mandar un par de deberes.

Ser profesor es mucho más que preparar los materiales que se van a ver en clase.

Ser profesor es mucho más que ser la persona que está con tus hijos cuando no tienes dónde dejarlos.

Ser profesor es mucho más que esa persona que pone notas a los deberes y exámenes de tu hijo.

Ser profesor es mucho más que esa persona que le da una regañina a tu hijo por haberse comportado mal en clase, porque sí, su hijo se porta mal en clase…

Ser profesor es mucho más que corregir exámenes y pasar página.

Ser profesor es mucho más de lo que piensas…

Ser profesor es preocuparte por ellos. Saber cuándo están mal y querer ayudarlos a salir del trago.

Ser profesor es pensar en cuál es la manera correcta de dar una lección para que tus 30 alumnos, todos con unas capacidades diferentes, puedan asimilar y comprender el tema.

Ser profesor es ver en cada canción de la radio, cartel publicitario, folleto, libro, vídeo del Facebook o foto de Instagram un nuevo material para usar en clase.

Ser profesor muchas veces es querer y no poder porque ves que tus alumnos no se involucran lo suficiente.

Ser profesor es querer que tus alumnos den lo mejor de sí mismos y que saquen lo máximo que llevan dentro.

Ser profesor es saber cómo explotar al máximo y buscar cómo sacar el mayor rendimiento a cada uno de ellos, porque todos ellos son iguales, pero al mismo tiempo son únicos, irrepetibles e incomparables.

Ser profesor es acabar buscando un hueco para poder hablar con ellos de tú a tú.

Ser profesor es preocuparte por tus modales y tu forma de vestir porque sabes que eres un ejemplo para ellos y que te debes de comportar como alguien a quien seguir, y para ello intentas no tener ni un solo fallo.

Ser profesor es pasar los fines de semana preparando la siguiente lección y adecuándola a cada nivel, incluso a veces, a cada alumno.

Ser profesor es romperte la cabeza para sacar lo mejor de ese niño que tiene una situación difícil detrás, que tiene potencial, pero que la realidad lo está consumiendo.

Ser profesor es corregir un examen, sumar todos los puntos antes de calificar el último ejercicio, y puntuar ese último ejercicio de manera que pueda aprobar. Porque sí. Porque ahora me doy cuenta de que muchos de mis 5 son profesores que quisieron tirar de mí.

Ser profesor es dudar entre dejar el suspenso que ha sacado el alumno o ponerle un aprobado raspado por no saber qué es lo que más va a motivarlo para seguir trabajando, si el aprobado por los pelos para poder tener más margen la siguiente vez o el suspenso para la próxima vez aprobar.

Ser profesor es bregar con padres ultraprotectores, padres que no quieren ver la realidad, padres que se creen las agendas de sus hijos, padres que no les dan la autonomía necesaria para el desarrollo adecuado a su edad…

Ser profesor es tratar con padres desagradecidos con nuestra labor por haber reñido un día a su hijo charlatán, o como dicen aquí en Francia, perturbador de la clase.

Ser profesor es tratar muchas veces con padres responsables y comprensivos que te dan todo su apoyo a la hora de sacar adelante al alumno/hijo.

Ser profesor es trabajar «muy poco» en cuanto a jornada laboral, pero os aseguro que muchísimos de vosotros no aguantaríais una hora teniendo que adaptar vuestros conocimientos a una horda de adolescentes hormonados con ganas de hacer el tonto.

Ser profesor es estar supuestamente una hora con cada grupo, pero el trabajo que hay detrás relacionado con ese grupo…, os aseguro que muchas veces sobrepasa la jornada de 8 horas.

Ser profesor es verlos sentados e imaginar cómo y qué serán de mayores.

Ser profesor es desear día tras día que tengan éxito en su vida.

Ser profesor es querer sacar lo mejor de ellos mismos y esperar que todo lo que aprenden en clase les sirva en alguna situación en el futuro.

Ser profesor es querer darles las bases para que luego se puedan desenvolver en la vida, darles las bases para que nadie los engañe y puedan pensar con total autonomía y de manera clara, sin coacciones.

Ser profesor es mucho más que una profesión.

Ser profesor es ser persona

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Intento traducir este poema de Janusz Korczak. «Usted dice: Cansa codearse con los niños. Usted tiene razón. Usted añade: Porque hay que agacharse, inclinarse, curvarse, hacerse pequeño. Llegados a este punto usted se equivoca. No es todo eso lo que más cansa, es el hecho de estar obligado a levantarse, de ponerse de puntillas hasta la altura de sus pensamientos para no herirlos.»